miércoles, 10 de octubre de 2007

¿Quién es el Imperio?

¿Quién es el Imperio?
Por: Marzha Navarro
Fecha de publicación: 28/05/06

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Muchas personas cuando hablan del imperio en realidad ni saben de quien esta hablando, para algunos la sensación es medio abstracta, como un fantasma, otros se refieren al imperio diciendo apenas “ellos.”

Muchos años creí que el enemigo era el comunismo, que el comunista era una bestia loca que quería destruir todo lo que los buenos intentaban construir, no me conformo haber sido idiota útil tanto tiempo. Un día descubrí que había un tal teléfono rojo que me hizo sentir una payasa. Luego supe de unas maniobras y entonces descubrí que cáncer del mundo se llamaba Embajada Americana

Cuando el Gobierno de los Estados Unidos se auto proclamo “los gendarmes del mundo” pase mucho tiempo sin entender, creí que tenia algo que ver con la guerra de las Galaxias... Pero algo ya lo tenia bien claro, los Estados Unidos de América nunca fueron nuestros amigos, ni aliados, y como bien dijo el Economista Brasileño Marcos Santos, “los Estados Unidos nunca dan nada, ellos siempre sacan”.

Cuando tuve acceso a detalles de las Recetas del Fondo Monetario Internacional, pense que este Organismo, especializado de la Naciones Unidas, era realmente una de las caras de los Estados Unidos. Pero tuve una sorpresa, en los Estado Unidos también se estaban aplicando las mismas recetas, y en Alemania y en Japón, los ecologistas también catequizaban en los mismo términos de la receta!!?? Entonces quien es el imperio?? Quien manda en el mundo?? Aquí la respuesta:

El mundo esta dominado por un pequeño grupo de empresarios millonarios individualistas y libertarios, criminales evasores de impuestos, quienes atrapados por el Estado, mas todavía por Estado de Bienestar Social, las Leyes fiscales y el control mundial del lavado de dinero, hoy se encuentran con serias dificultades para esconder el dinero negro, ya también mezclado con tráficos de drogas, armas, piraterías y contrabandos. Ese pequeño grupo provenientes de varios países, pero principalmente del Grupo de los 8, esta carcomiendo como cancro la dignidad del mundo, ellos compran todo, de resultados de juegos de fútbol hasta gobiernos enteros, ejercen mecanismos bestiales de presión sin limites, a los que no se venden.

Debemos despertarnos, pues son minoría, pero están como buitres circulando por las cabezas de nuestros gobernantes, es relativamente fácil identificarlos pues la mayoría esta catalogada como evasores en sus respectivos países. Los Estados Unidos de América también es víctima, aunque allí esta el gendarme del mundo, el fiel vigilante a que las recetas del grupo se cumplan.

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Propiedad intelectual y sus “expertos”

Propiedad intelectual y sus “expertos”
¿Oligarcas "rojos rojitos"?
Por: Andrea Coa
Fecha de publicación: 09/10/07

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Pude observar en Aporrea el artículo “El Derecho de autor no es una forma de propiedad” escrito por una de las “eminencias” del stablishment imperialista, quien últimamente parece estar intentando infiltrarse en el gobierno bolivariano para reventar desde dentro nuestra lucha por profundas transformaciones que nos permitan recuperar la soberanía cultural, entregada por los gobiernos lacayos de la cuarta república. Junto a él anda Francisco Astudillo, quien fue director del SAPI durante el gobierno de Caldera, cuyo consultor jurídico, Antonio Rosich, le metió una demanda chimba a nuestro Presidente Chávez por “lesa humanidad” en España, como si aún fuésemos una colonia de ese país.


(Antequera y Astudillo sin embargo le dieron, recientemente, un taller a todos los asesores jurídicos de los entes adscritos del Ministerio de Ciencia y Tecnología, dictándoles cátedra sobre propiedad intelectual. ¿Cómo podrá explicar el ministro Navarro esto?)


En el artículo de Antequera se reflejan los principios ideológicos imperialistas más claros y conocidos, como este:


* El derecho de autor (“...debe dilucidarse a la luz de las ciencias jurídicas” con lo cual mantiene la doctrina de que las leyes son asunto de los abogados, implantada por las grandes empresas transnacionales, que han formado (¿o deformado?) grupúsculos “expertos” en derechos de autor, que actúan a través de bufetes que se niegan a perder el monopolio, entre los que se cuenta el bufete del “experto” cuyo artículo estamos comentando; gente que sin duda quiere demostrar que las leyes que ellos hicieron para favorecer a sus patronos son científicamente correctas y deben ser aceptadas.


Pero nuestra Constitución consagra el derecho de los ciudadanos y las ciudadanas, los dolientes, a redactar sus leyes, presentarlas en la Asamblea Nacional y lograr que sean aprobadas. Es el poder popular, pero claro, de eso no saben ni quieren saber las empresas que explotan la cultura de los pueblos.


El artículo de Ricardo Antequera Parilli está plagado de trampas cazabobos que, por medio de una aburrida jerga leguleya, pretenden adormecer a la gente y mantener el status quo que justamente queremos transformar. De esa manera cita principios jurídicos, prácticas, leyes y tratados que él mismo redactó, como si fueran la verdad universal.


También habla del artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero omitiendo el primer párrafo, que trata del derecho de Toda Persona, es decir, de todo el mundo a disfrutar de las artes y las ciencias.


Incluye en su texto la patraña de que el convenio de Berna fue producto del sueño del gran Víctor Hugo.


Mi abuela decía que los mentirosos suelen atestiguar con muertos porque no pueden desmentir a quien está usurpando su nombre para usarlo con fines oscuros.


Aunque la obra literaria de Víctor Hugo es inmortal, ciertamente el Maestro no puede regresar de su descanso eterno para desmentir a este agente ideológico del imperialismo, que en su patraña seudo docta se atreve a hablar en nombre de unos presuntos sueños del escritor, con el fin de rodear el tal convenio, que es el fundamento de la doctrina dominante de las empresas explotadoras, de una falsa aureola romántica, cuando la realidad es que quienes se benefician de la legislación vigente de derechos de autor son las empresas, las que tienen el capital, que terminan confiscando de hecho los derechos inalienables de los autores y las autoras.


Veamos quién es Ricardo Antequera Parilli en verdad.


Según una biografía publicada por CEDCA (centro empresarial de conciliación y arbitraje, tomada de la ágina web de Parilli, esta “eminencia” es:


“Redactor de los proyectos aprobados como leyes en Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela ” y sus reglamentos, “co redactor de la decisión 351 (ley comunitaria de Derechos de Autor) de la Comunidad Andina de Naciones (...)” y otros trabajos que siguen la misma línea imperial.


Esas leyes son prácticamente un trabajo de cortar y pegar, cambiando nombres de países, sobre el mismo texto de la ley que redactó a las empresas para Venezuela, aún vigente en cuyo texto (artículo 59) entrega los derechos de explotación de los autores a las empresas por toda su duración y aparece varias veces la frase de que los derechos morales se respetarán “siempre que no perjudiquen la explotación de la obra”, principios que aparecen en los convenios internaciones de derechos de autor que defiende Ricardo Antequera Parilli.


* En su bufete está Manuel Antonio Rodríguez, director de la BSA (Bussiness Software Alliance) en Venezuela, a la cual estás afiliadas empresas como Microsoft Corporation; y varios “agentes de la propiedad industrial”, “expertos” en negocios corporativos y cosas así, a la orden de corporaciones que bien les pagan.


El carácter neoliberal de las leyes redactadas por este angelito es tal, que debieran llamarse con mayor propiedad “leyes sobre la explotación de las obras”, o mejor dicho, de los derechos de las empresas transnacionales.


* Es uno de los “expertos” de la OMPI, que es un organismo de Naciones Unidas completamente al servicio de las empresas transnacionales y en contra de toda transformación del injusto sistema de “propiedad intelectual” y “derechos de autor” vigente en el mundo.


* En síntesis, es un representante directo y reconocido internacionalmente, del imperio mismo.


Tal vez las empresas que nos roban los esfuerzos culturales no encuentran ya quien las defienda porque son indefendibles, porque no tienen argumentos valederos y porque, en síntesis, no tienen razón. Y por eso envían personalmente a este sujeto a penetrar profundamente en nuestra área, para pretender confundirnos y quizás hasta dividir nuestras opiniones.


No hay mucho qué decir acerca de este negociante, sino: CONÓCELO, PUEBLO.

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Propiedad intelectual y sus “expertos”

Propiedad intelectual y sus “expertos”
¿Oligarcas "rojos rojitos"?
Por: Andrea Coa
Fecha de publicación: 09/10/07

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Pude observar en Aporrea el artículo “El Derecho de autor no es una forma de propiedad” escrito por una de las “eminencias” del stablishment imperialista, quien últimamente parece estar intentando infiltrarse en el gobierno bolivariano para reventar desde dentro nuestra lucha por profundas transformaciones que nos permitan recuperar la soberanía cultural, entregada por los gobiernos lacayos de la cuarta república. Junto a él anda Francisco Astudillo, quien fue director del SAPI durante el gobierno de Caldera, cuyo consultor jurídico, Antonio Rosich, le metió una demanda chimba a nuestro Presidente Chávez por “lesa humanidad” en España, como si aún fuésemos una colonia de ese país.


(Antequera y Astudillo sin embargo le dieron, recientemente, un taller a todos los asesores jurídicos de los entes adscritos del Ministerio de Ciencia y Tecnología, dictándoles cátedra sobre propiedad intelectual. ¿Cómo podrá explicar el ministro Navarro esto?)


En el artículo de Antequera se reflejan los principios ideológicos imperialistas más claros y conocidos, como este:


* El derecho de autor (“...debe dilucidarse a la luz de las ciencias jurídicas” con lo cual mantiene la doctrina de que las leyes son asunto de los abogados, implantada por las grandes empresas transnacionales, que han formado (¿o deformado?) grupúsculos “expertos” en derechos de autor, que actúan a través de bufetes que se niegan a perder el monopolio, entre los que se cuenta el bufete del “experto” cuyo artículo estamos comentando; gente que sin duda quiere demostrar que las leyes que ellos hicieron para favorecer a sus patronos son científicamente correctas y deben ser aceptadas.


Pero nuestra Constitución consagra el derecho de los ciudadanos y las ciudadanas, los dolientes, a redactar sus leyes, presentarlas en la Asamblea Nacional y lograr que sean aprobadas. Es el poder popular, pero claro, de eso no saben ni quieren saber las empresas que explotan la cultura de los pueblos.


El artículo de Ricardo Antequera Parilli está plagado de trampas cazabobos que, por medio de una aburrida jerga leguleya, pretenden adormecer a la gente y mantener el status quo que justamente queremos transformar. De esa manera cita principios jurídicos, prácticas, leyes y tratados que él mismo redactó, como si fueran la verdad universal.


También habla del artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero omitiendo el primer párrafo, que trata del derecho de Toda Persona, es decir, de todo el mundo a disfrutar de las artes y las ciencias.


Incluye en su texto la patraña de que el convenio de Berna fue producto del sueño del gran Víctor Hugo.


Mi abuela decía que los mentirosos suelen atestiguar con muertos porque no pueden desmentir a quien está usurpando su nombre para usarlo con fines oscuros.


Aunque la obra literaria de Víctor Hugo es inmortal, ciertamente el Maestro no puede regresar de su descanso eterno para desmentir a este agente ideológico del imperialismo, que en su patraña seudo docta se atreve a hablar en nombre de unos presuntos sueños del escritor, con el fin de rodear el tal convenio, que es el fundamento de la doctrina dominante de las empresas explotadoras, de una falsa aureola romántica, cuando la realidad es que quienes se benefician de la legislación vigente de derechos de autor son las empresas, las que tienen el capital, que terminan confiscando de hecho los derechos inalienables de los autores y las autoras.


Veamos quién es Ricardo Antequera Parilli en verdad.


Según una biografía publicada por CEDCA (centro empresarial de conciliación y arbitraje, tomada de la ágina web de Parilli, esta “eminencia” es:


“Redactor de los proyectos aprobados como leyes en Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Venezuela ” y sus reglamentos, “co redactor de la decisión 351 (ley comunitaria de Derechos de Autor) de la Comunidad Andina de Naciones (...)” y otros trabajos que siguen la misma línea imperial.


Esas leyes son prácticamente un trabajo de cortar y pegar, cambiando nombres de países, sobre el mismo texto de la ley que redactó a las empresas para Venezuela, aún vigente en cuyo texto (artículo 59) entrega los derechos de explotación de los autores a las empresas por toda su duración y aparece varias veces la frase de que los derechos morales se respetarán “siempre que no perjudiquen la explotación de la obra”, principios que aparecen en los convenios internaciones de derechos de autor que defiende Ricardo Antequera Parilli.


* En su bufete está Manuel Antonio Rodríguez, director de la BSA (Bussiness Software Alliance) en Venezuela, a la cual estás afiliadas empresas como Microsoft Corporation; y varios “agentes de la propiedad industrial”, “expertos” en negocios corporativos y cosas así, a la orden de corporaciones que bien les pagan.


El carácter neoliberal de las leyes redactadas por este angelito es tal, que debieran llamarse con mayor propiedad “leyes sobre la explotación de las obras”, o mejor dicho, de los derechos de las empresas transnacionales.


* Es uno de los “expertos” de la OMPI, que es un organismo de Naciones Unidas completamente al servicio de las empresas transnacionales y en contra de toda transformación del injusto sistema de “propiedad intelectual” y “derechos de autor” vigente en el mundo.


* En síntesis, es un representante directo y reconocido internacionalmente, del imperio mismo.


Tal vez las empresas que nos roban los esfuerzos culturales no encuentran ya quien las defienda porque son indefendibles, porque no tienen argumentos valederos y porque, en síntesis, no tienen razón. Y por eso envían personalmente a este sujeto a penetrar profundamente en nuestra área, para pretender confundirnos y quizás hasta dividir nuestras opiniones.


No hay mucho qué decir acerca de este negociante, sino: CONÓCELO, PUEBLO

Legado del Che a las juventudes revolucionarias bolivarianas

Legado del Che a las juventudes revolucionarias bolivarianas
Por: Carlos Barreto C.
Fecha de publicación: 10/10/07

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Un breve paréntesis en la serie de artículos comenzados la semana anterior sobre le reforma constitucional, para hacerle un breve homenaje en el 40 aniversario de la desaparación física de ese grande revolucionario y ciudadano latinoamericano que fue el Che Guevara. Y previo a todo, más allá de los vítores u ofensas de propios y extraños, comenzaría por decir que Ernesto Ché Guevara de la Serna nunca trabajó para ser una "imagen en una franela", como diría, en estos días, una joven en la Asamblea Nacional. Ernesto Guevara trabajó toda su vida para ser ejemplo, para si mismo y para quienes quisieran compartir su experiencia, sus ideales y su práctica política revolucionaria, ejemplo de vida ofrendada a las mejores causas de la humanidad .

Desde sus inicios en la lucha revolucionaria, el Che se vio ante la necesidad de hacer la más profunda crítica de la modernidad, mientras luchaba junto a todos los demás cubanos en lograr que el país funcionara bajo el nuevo poder, y en poner al alcance de todos la satisfacción de las necesidades básicas más sentidas y otros avances que, en conjunto, pudieron llamarse para la época, "modernizadores". Muchas veces expresaba " ..el difícil trabajo de transformar la sociedad exige de una disposición a romper con el pasado, para poder construir el futuro que debe contar con la fuerza de la juventud en función del compromiso social".

Para el Che, los jóvenes debían ser luz y vanguardia. Debían ser los primeros en el estudio, los primeros en el trabajo, los primeros en la defensa de su patria. Cocebía la tarea organizativa como labor fundamental. Así señalaba, "si no existe organización, las ideas, después del primer momento de impulso, van perdiendo eficacia, van cayendo en la rutina, van cayendo en el conformismo y acaban por ser simplemente un recuerdo".

Por ello el Che, hoy nos ha legado la máxima de que la juventud debía tener una "gran sensibilidad frente a la injusticia; espíritu inconforme; discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro; declararle la guerra a todos los tipos de formalismos". Planteaba que todo joven (ahora, socialista, revolucionario y bolivariano) debía ser esencialmente humano,"... ser tan humano que se acercara a lo mejor de lo humano, purificar lo mejor del hombre por medio del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo, desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado cuando se asesinara a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alzaba una nueva bandera de libertad."

Respecto al papel de la ideología revolucionaria humanista aplicada a economía en su concepción del ser humano como la causa y efecto de todo el hecho económico social, nos decía el Ché, "... el poder revolucionario sobre la economía, la política y la ideología es necesario para enfrentar un triple reto: Uno, el poder del capitalismo, que va desde su enorme fuerza material y sus controles a escala mundial hasta su vigoroso complejo cultural, que es capaz de recuperar modos de vida y mentes que un día fueron rebeldes. Dos, el de la mercantilización y el subdesarrollo que padecen las sociedades en transición socialista, y las combinaciones de ambos; y Tres, las nuevas realidades que hay que crear. Sin esa concentración de fuerzas, sin unidad política y cohesión ideológica, el poder revolucionario tendría las manos atadas y, tarde o temprano, caería. La vanguardia política, basada en la ejemplaridad, la unión de ideas y voluntades, la organización y la disciplina, debe lograr los difíciles objetivos de dirigir, guiar, educar, prefigurar los pasos sucesivos que se alcanzarán y proyectar la transición socialista. Pero sólo cumplirá esos fines si se compenetra con la situación de la población, sus intereses y aspiraciones, su concepción del mundo y de la vida, si comparte los rigores de su vida cotidiana y sabe interactuar con ella, y no teme aprender también de ella y sacar provecho de sus saberes. Y, sobre todo, si la población participa cada vez más en el poder real.

Es por eso que decimos que hoy Ernesto Guevara de la Serna, "Ernestico", como lo llamaban sus padres y nos lo recordó el Compañero Germán Sánchez Otero, a 79 años de su nacimiento, vive con fuerza en cada corazón revolucionario del mundo e inspira a las mentes comprometidas con el bienestar de los pueblos y la lucha antiimperialista, tal como hoy lo demuestra la juventud socialista bolivariana en el siglo XXI.

Con este humilde y sencillo escrito, desde nuestra columna POR UN NUEVO PAÍS, nos sumamos a la iniciativa internacional del Año Jubilar del 80 Aniversario del natalicio del Comandante Ernesto Che Guevara, hasta el 14 de junio del 2008. Hoy más que nunca decimos el Ché Vive!,...; y vive a través de sus ideas y de su ejemplo, al lado de otros tantos héroes anónimos que ofrendaron sus vidas por las mejores causas de la humanidad, junto a las juventudes revolucionarias del presente y a los preclaros liderazgos de hoy, con Venezuela, su digno gobierno nacional y pueblo a la cabeza, en cuya visión y acción están depositadas las más caras esperanzas de todos los pueblos latinoamericanos y pueblos oprimidos del mundo.

porunnuevopais@gmail.com/

arquitecto revolucionario

Fruto Vivas: Un arquitecto Tachirense y revolucionario
Por: Dimitri Duarte
Fecha de publicación: 10/10/07

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Al igual que todos los personajes y líderes históricos, mas allá de los guerreros y politicos que ha producido la provincia del Táchira, el arquitecto Fruto Vivas (La Grita-1928) ha marcado al país con sus hermosas, funcionales, populares y revolucionarias creaciones arquitectónicas, dedicadas al arte de la vivienda en conjunción con la naturaleza y lo humano. No será fácil escribir sobre la vida y creación Fruto Vivas en un corto articulo. Las páginas de la Web están llenas con la descripción de su futurista pensamiento y de sus obras, no solo en Venezuela, sino en países como Cuba, Nicaragua, Alemania, etc; así como de su labor crítica y docente que lo ha llevado a recibir el titulo de Profesor Honorario de Universidades de Venezuela, Santo Domingo, México y Perú, entre otras. De lo poco que no se sabe de Fruto, es de su condición de revolucionario e izquierdista. Muchos años hubo de pasar en el exilio, durante los gobiernos de la llamada IV Republica por culpa de sus ideas revolucionarias, que según los políticos de entonces, eran olorosas a comunismo. Pero era inevitable que un trashumante como Fruto Vivas fuera conocido, en círculos cofrades de arquitectos y revolucionarios, a través de anécdotas de su vida de creador andariego. Así se cuenta que a mediados de la década del 60 fueron a Cuba un grupo de ingenieros y arquitectos venezolanos, del ente gubernamental constructor de viviendas de entonces llamado “Banco Obrero”, con el fin de estudiar la exitosa y revolucionaria técnica de construcción de viviendas llamada allá “técnica de las micro brigadas”.Consistente en dar a los pobladores de barriadas pobres, los materiales de construcción y planos de viviendas ecológicas y decentes, las que una ves terminadas se entregaban a las familias que las habían ayudado a construir. El caso es que los planificadores Cubanos les dijeron a los sorprendidos Venezolanos: ”Pero chico, si esta técnica popular y revolucionarias de construcción para el pueblo nos las enseño un Venezolano recién llegado de la Unión Soviética y llamado Fruto Vivas “.Otra, de esas viejas anécdotas, cuentan que el Tachirense presidente Carlos Andrés Pérez le mando un mensaje secreto a Fruto, diciéndole: ”díganle a mi paisano Fruto Vivas que salga de la clandestinidad pues lo necesito para que me proponga dirija algunos proyectos arquitectónicos”.

Pero mas allá de las anécdotas, Fruto es fundamentalmente un creador y un poeta de ese nido humano que es la casa y que el llama vivienda. Nos presenta y sugiere la vivienda como una propuesta ecológica, familiar y humana. Ella, al igual que la familia para la sociedad, es el núcleo vivo de la Ciudad. Nos habla de “Ciudades vivas” y no de “Ciudades muertas”.Fruto nos dice:”la ciudad no son sus calles ni sus parques ni sus rascacielos, la ciudad somos nosotros sus habitantes. Una ciudad vacía esta muerta, por ejemplo Machu Pichu. La ciudad es un ser vivo, dinámico, actuante, mutante”. Sin duda que cuando el presidente Chávez nos hablaba hace poco de la creación de nuevas “Ciudades Socialista”, dentro de la geometría del poder, hablaba por boca e inspiración de Fruto Vivas. Dice haberle oído a decir al poeta Aquiles Nazoa, que el dictador Pérez Jiménez pensaba en un “urbanismo fascista”, al organizar las ciudades mas con fines defensivos que con fines sociales y humanos. Así que cuando Fruto nos habla, oímos, mas allá del arquitecto, a un poeta de la vida. No hace mucho escribia:” El problema no es solo ofrecer "casas" como simples objetos, sino ofrecer "viviendas" donde se respete la dignidad humana, donde el hombre americano nos ha dado lecciones desde nuestros ancestros, de como hacer una casa digna, salida de la naturaleza, integrada a ella como un profundo hecho cultural, autogestionario y solidario que debemos emular, redescubrir y sobre todo reflexionar ante la hecatombe social que se avecina. El pueblo tuvo, tiene y tendrá capacidad endógena para asumir su rol de creador de su espacio habitable, unido a su dignidad, a su independencia, corriendo tras un fantasma: la alegría de vivir.

Y mientras Fruto Vivas continúa soñando y creando, nos preguntamos: Le habremos rendido los Venezolanos el debido homenaje, en vida, por tratar de darnos lo mejor del mundo: donde y como vivir felices y con dignidad, bajo el entorno mágico de la naturaleza.

La forma de organización social promovida por el gobierno nacional, a través de los Consejos Comunales, es una estructura única en el mundo y cuya capacidad de autogestión permitirá combatir, de manera eficaz, la pobreza, entre otros problemas que aquejan a los más desprotegidos, dijo el arquitecto Fruto Vivas.

“Venezuela es el primer país que pone en la constitución una estructura capaz de enfrentar la pobreza. La Organización de Naciones Unidas tiene mecanismos para enfrentar la pobreza pero no tiene el poder, no tiene la estructura que tiene esta constitución”, agregó Vivas refiriéndose al Proyecto de Reforma Constitucional.

Asimismo, el arquitecto afirmó que la creación de los Consejos Comunales representa un salto organizacional, que “supera incluso a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubana”, pese a que éstos, más allá de las labores de seguridad, también realizan gestiones sociales.

En cuanto al nuevo ordenamiento político territorial, manifestó su aprobación a la propuesta presidencial, ya que “para desarrollar el país hay que crear estructuras que sean coherentes, porque las fronteras de los estados no tienen nada que ver con su estructura física. La estructura de desarrollo hay que reordenarla totalmente”, acotó.

Yo estoy con este proceso y este no se trata de un conflicto político, yo sólo quiero pedirle al Presidente que se mantenga la intención con la que se realizó este proyecto: crear una universidad ambiental donde se estudie la flora y la fauna venezolanas, y aprovechar las instalaciones para exhibir todas nuestras bellezas naturales".

Hace 5 años que descansan en 52 contenedores las piezas que forman "La flor de Venezuela", el pabellón venezolano diseñado por el arquitecto Fruto Vivas para la Expo Universal de Hannover 2000. La Gobernación del estado Lara comisionó a Funredi (Fundación Regional de Vivienda) del proyecto de instalación de la Flor de Venezuela en Barquisimeto.

Cuál será el futuro de la Flor? No está claro. A pesar de las denuncias de Fruto Vivas, el proyecto sigue en marcha con o sin él. Ni siquiera en la valla ubicada en el terreno se reconoce la autoría del arquitecto, ¿llegará el Pabellón de Hannover a florecer en tierra larense?, eso todavía está por verse.

Después de la victoria sandinista, si mal no recuerdo, Vivas fue invitado a Nicaragua para diseñar un proyecto de viviendas cómodas y ecológicas.

coordinador de desarrollo ecológico del Ministerio de Planificación. El Gobierno tuvo otro acierto al nombrar a un hombre con visión y pasión en este cargo.

dimitriduarte@hotmail.com

espinel

“La traición la emplean únicamente todos aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura”. Espinel

El Plan Colombia y sus gestos de amor en el Putumayo

El Plan Colombia y sus gestos de amor en el Putumayo
Por: Laura del Castillo
Fecha de publicación: 10/10/07

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El pasado 3 de octubre una movilización pacífica de campesinos del municipio de Orito (Putumayo), bloqueó la vía de acceso al casco urbano de ese municipio. La razón de la protesta tiene que ver con un asunto de vieja data: las consecuencias de las fumigaciones indiscriminadas con glifosato, una de las estrategias más ingeniosas del Plan Colombia para acabar con la población rural del país, a través de enfermedades, daños a los cultivos de pancoger - así como al medio ambiente, en general - y el desplazamiento forzado.
Según declaraciones de los líderes de la movilización a la W Radio, las fumigaciones los están dejando en la miseria total, mientras aún siguen esperando - por parte del gobierno - la aplicación de estrategias de desarrollo alternativo, verdaderamente eficaces y concertadas.



No obstante, desde antes de que el Plan Colombia entrara en vigencia, la situación del Putumayo ha sido bastante crítica, sobre todo a raíz de la explotación petrolera, que ha generado la presencia en el territorio de compañías extranjeras como la Occidental Petroleum, así como los consorcios Petrotesting Colombia y Colombia Energy, los cuales - tal y como se explica en una nota publicada recientemente por el periódico Actualidad Étnica aún operan el área del bajo Putumayo, donde, según Ecopetrol, hay cerca de 20 pozos y la producción alcanza los 10 mil barriles.
Como era de esperarse, la presencia de estas compañías petroleras en el área que han llevado a cabo exploraciones, incluso en territorios sagrados indígenas de la región, trajo consigo el incremento de la ayuda militar estadounidense para la lucha contrainsurgente y para el pretexto que aún le da más fondos a la misma: la guerra contra las drogas, expresada en la erradicación forzosa de cultivos ilícitos a través de fumigaciones con glifosato, cultivos ilícitos que se han convertido en una fuente de empleo para la población rural de una de las zonas más olvidadas históricamente por el Estado colombiano.

Esa intensificación de la lucha contrainsurgente, ha traído como consecuencia la violación sistemática de los derechos humanos en el territorio, la cual se centra en acabar con las comunidades y los líderes campesinos que han cuestionado el verdadero trasfondo de esta estrategia: garantizar la protección de las compañías extranjeras que tienen sus centros de operaciones en el departamento. Esos mismos líderes campesinos entre los que se encuentran, o se encontraban, esos mismos cultivadores de coca que organizaron las grandes marchas del 94 en el Putumayo, para exigir más programas eficaces de desarrollo alternativo y menos fumigaciones con químicos venenosos en sus veredas.

Las exigencias hoy siguen siendo las mismas, pues la situación no cambia. De hecho, en Orito - con la implementación del Plan Colombia, a través de su hija: esa ofensiva militar para retomar zonas de influencia de la guerrilla en el sur, bautizada por el gobierno Uribe como “Plan Patriota” - la situación va de mal en peor.

Nada más el mes pasado tres líderes campesinos de ese municipio fueron asesinados por el ejército, para luego ser presentados como guerrilleros dados de baja en combate. Además, a pesar de las promesas del gobierno de reemplazar las fumigaciones por la erradicación manual, especialmente en zonas fronterizas, estás se han incrementado, generando fuertes oleadas de intoxicaciones entre los campesinos que habitan las áreas rurales del municipio.

Según la nota de La W, las aspersiones han afectado poblados, tales como San José de los Pinos, Alto Amarradero, Argentina, Nueva Argentina, El Empalme. El pasado 8 de agosto, al Hospital Médico Sagrado Corazón de Jesús llegaron 18 habitantes del Cabildo indígena de Villanueva presentaban diarrea, vómitos, náuseas y ardor tanto ocular como cutáneo. Aseguraban haber sido víctimas de las fumigaciones.

Por supuesto, el gobierno Uribe no dio el más mínimo crédito a estos testimonios y se apresuró a designar al Instituto Nacional de Salud (INS) para que conformara una comisión de investigación en la zona, que comprobara qué tan veraces eran las afirmaciones de los campesinos. EL INS entonces conformó la comisión, que con la ayuda de las autoridades del Putumayo y la Policía, concluyó “científicamente”, que la sintomatología presentada por los pacientes no había sido causada por las fumigaciones. Hasta ahí, todo bien. Nuevamente las comunidades, manifestando un inconformismo - avivado por grupos armados y narcotraficantes, como habría dicho hace poco el Comandante de la Policía de Putumayo Coronel Harold Martín Lara - habían fallado en su intento por enlodar la imagen de la guerra antidrogas.

Pero lo que nadie dijo en ese momento fue que el gobierno de Estados Unidos, tenía su propia cuota en este neutral equipo de investigadores, tal y como lo mencionó la analista internacional Laura Gil, en su columna de El Tiempo publicada el 13 de septiembre del 2007-, donde aborda con más profundidad este caso:

Existen elementos para pensar que el gobierno de Estados Unidos participó de forma directa en esta investigación. El Informe preliminar No. 3 está firmado por tres médicos, uno de los cuales, Jorge Hernán Botero Tobón, figura como asesor externo del INS. Pero, en el acta 08-07, levantada por la Policía Antinarcóticos, el doctor Botero es identificado como médico toxicológico de la Sección Antinarcóticos (NAS) de la Embajada de Estados Unidos.

¿Qué hace un funcionario pagado por el gobierno de Estados Unidos participando en una investigación de campo del INS? ¿Por qué firma un documento del INS sin identificarse como tal?
 Peor aún, el informe del INS señala que se tomaron muestras de agua que fueron entregadas al Laboratorio Químico de Monitoreo Ambiental de Bogotá, una entidad privada. En el reporte de este laboratorio, fechado 27 de agosto, queda claro que fue la Embajada de Estados Unidos que entregó las muestras, solicitó el examen y canceló los costos.

Pero pese a estos cuestionamientos, para el gobierno colombiano los campesinos del Putumayo siguen siendo unos mentirosos que no ven los buenos gestos de voluntad que se han tenido con ellos, tales como la reparación de los daños que les han causado las fumigaciones, una medida que se ejemplifica con beneficios como el que recibió un campesino putumayense, citado en un artículo publicado por la Red Voltaire en el 2005:

Un día de julio, cinco helicópteros sobrevolaron su finca, “Yo pensé, volvieron a fumigar otra vez”, dijo Lucía la esposa de Castillo. En cambio, los helicópteros aterrizaron y un grupo de soldados rodearon la finca. Varios oficiales del gobierno colombiano y estadounidenses bajaron y se acercaron, diciendo que ellos estaban allí para verificar los daños que Castillo había denunciado y que ellos solo contaban con 20 minutos en tierra, debido a lo peligroso de la zona en conflicto.

Días después le ofrecieron 5 millones de pesos en compensación. Le dijeron que solo se habían podido verificar los daños de la tercera fumigación (en mayo del 2003). Cuando preguntó si podría apelar la decisión, solicitando los 60 millones de pesos calculados en pérdidas, le advirtieron que tendría que esperar cinco años para su apelación y que “el proceso podría volverse contra usted”. Los oficiales no le explicaron que significaba esto último. ‘No teniendo educación’ dijo Castillo durante una conversación “usted no sabe como defenderse, se asusta y termina aceptando lo que le ofrecen”.

Supuestamente los promotores del Plan Colombia no hacen más que velar por su bienestar de los campesinos del Putumayo. No obstante, en la Asamblea Departamental de Organizaciones Sociales de ese departamento que tuvo lugar el año pasado, se supo que la antigua planta “Concentrados del Putumayo” del municipio de Orito (que formaba parte de un plan desarrollo alternativo impulsado por el gobierno en ese municipio) ahora sólo sirve como salón de clases para capacitar a las personas inscritas en el programa de familias guardabosques (la estrategia bandera de desarrollo alternativo, promovida por el gobierno colombiano, que busca entregar a una familia campesina el cuidado de una zona específica para que la mantenga libre de cultivos ilícitos), debido a que los insectos y el óxido dejaron inhabilitadas las maquinas de procesamiento.

Fuente Original: http://www.narconews.com/

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Los Contratistas (sicarios)

Los Contratistas
Por: Milton Gómez Burgos
Fecha de publicación: 10/10/07

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Los mercenarios, ejércitos de asesinos a sueldo, organizados como autenticas firmas comerciales, en el rublo de servicios de seguridad, aprovechando el relajo que significa el ejercicio de la libre empresa en un estado tan inmoral como el estadounidense; los que actúan impunemente en el orbe, sobre todo en Irak y Colombia, bajo el eufemismo de “contratistas”, poniendo en practica lo que hollywood ha babeado sobre sus hipnotizados súbditos como la “cultura a juro”, han dado un salto adelante para asegurarse el futuro en un mundo que se enfila inevitablemente hacia la paz.

Enterados como sagaces empresarios que son, de las elevadas reivindicaciones a las que aspiran los trabajadores del mundo, entre otras cosas, la reducción de la jornada laboral a 6 horas diarias, pusieron sus barbas en remojo, y al igual que los astutos y versátiles lideres carmonistas de Fedecamaras, se aliaron a sus naturales antagonistas, sus trabajadores, los asesinos a sueldo que matan por ellos, para emprender una lucha en pro los intereses de los “soldados privados”. Así, introdujeron un pliego conflictivo ante el Departamento de Estado, su gran patrono, no para pedir mejoras saláriales ni nada por el estilo, ya que sus beneficios son tan estrambóticamente groseros, como no los tiene ninguna otra industria, sino para asegurarse como todo ciudadano imperial, además del derecho a hacer lo que se le de la gana en cualquier oscuro rincón del mundo, sin padecer responsabilidad penal por ello, el preeminente “derecho al trabajo”. Y es que encontraron una fisura institucional por donde entrar. Resulta que el Departamento del Trabajo estadounidense, acaba de revelar la angustiosa cifra de 650 contratistas muertos en medio de la degollina llevada a cabo por los ejércitos norteamericanos sobre el hermano pueblo de Irak, solo contando desde el 2003; y han muerto mas de 20, a raíz de la puesta en marcha del Plan Colombia, la otra sangría que no hace mas que atizar el fuego en la guerra no declarada del imperio, contra los hermanos neogranadinos. Estos números arrojados por el Ministerio del Trabajo Yanqui, no hacen otra cosa que catalogar a los “contratistas” como “trabajadores”, a los cuales no solo hay que brindarles seguridad industrial, para que los accidentes laborales no mermen sus vidas, sino la seguridad social a la que todo trabajador aspira en concordancia con los beneficios conquistados por otros luchadores, a los cuales ahora aniquilan como parte de su trabajo; extraño mundo al cual quieren acostumbrarnos los gringos.

Por otro lado, el subsecretario de defensa, Gordón England, al enviar un memorandum a los comandantes en el frente, mediante el cual les da autoridad para someter a los contratistas a las normas estadounidenses, ya que estos, prototipos de la ficción de otra industria, cometen los mas atroces desmanes terroristas por doquier, no solo los reconoce como miembros del aparato militar, a través de su cadena de mando, sino que al hacerlo, invade promiscuamente el ámbito empresarial de los autsorsing utilizados en la guerra, entre otras razones, para evitar las impopulares bajas militares. Así que al ilegitimo gobierno norteamericano, se le viene encima el cómo resolver y precisar, cuales son los derechos de los contratistas que hasta el momento actúan bajo un confuso y laberíntico marco legal.

Entretanto, como otro atenuante, una ley imperial mancha a todo aquel que recibe dinero de su gobierno con el estigma de ser miembro del aparato burocrático, en otras palabras, lo convierte en funcionario o empleado público del imperio, como lo son todos aquellos que en Venezuela, han gozado del financiamiento del Departamento de Estado para derrocar al Gobierno Bolivariano.

Por donde se les mire, los mercenarios, asesinos a sueldo, son empleados o trabajadores del gobierno norteamericano. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, llámenlos como los llamen, son sus creaciones, por lo tanto son su responsabilidad. Legal o ilegalmente tienen que hacerse cargo de ellos, no tanto como para reconocerles sus derechos, los que estos no necesitan pedir ni esperar a que se les de, sencillamente los arrebatan a sangre y fuego; sino para controlarlos ante la inminente derrota. La guerra llegará a su fin en el Medio Oriente como lo hará en Colombia. Se aproxima en contra de todo pesimismo, un tiempo de paz. Ella explotará indetenible, por los vientos que soplan, por el curso que la gente progresista le está imprimiendo a la historia. Y a su llegada como en toda paz, quedaran realengos los ejércitos forajidos, los generales del oro y la codicia que humillaran a su propio amo.

El Comando Central del Pentágono, ni corto ni perezoso, ante tal realidad, ha ordenado un censo que estima en 100.000 el numero de mercenarios contratados hasta ahora de forma directa, sin incluir todavía los subcontratistas; y en 30 las empresas dedicadas a movilizar esta industria. El imperio quiere saber cuantos asesinos trabajan para él, quiénes son y dónde están. Ejercer un mínimo control sobre ellos a pesar del inmenso recurso económico amasado por estos, tanto que podrían competir en un momento dado con su menguada capacidad financiera. Pero el imperio sabe que jamás tendrá la certeza de esta gente. De lo que si está seguro es que a su territorio continental, no retornaran, ya sea porque se les niegue el derecho a retornar alegando Seguridad de Estado, o por que estos opten por desarrollar otras empresas bélicas con las cuales negociar luego.

Los contratistas son ahora, un problema de todos los pueblos del mundo, como otrora los bárbaros, arrasaron con cuanto encontraron a su paso, y a sus hordas demenciales se sumaran los que como caldo de cultivo, está macerando con la miseria, la prostitución, el narcotráfico y el sicariato; el indolente capitalismo. Pareciera ser un drama de “ficción social”, pero lamentablemente es producto de la mente y la ambición de los herederos de quienes pusieron en practica la opción de que mejor era “matar a los bebes en los vientres maternos y no en las sierras como guerrilleros”.

Solo la paz, producto de la justicia, tendrá la fuerza moral para detener y derrotar a los ejércitos mercenarios del imperio.
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Milton Gómez Burgos


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miércoles, 19 de septiembre de 2007

Muros

Muros
Por: Eduardo Galeano
Fecha de publicación: 25/04/06



El Muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro...

Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros han brotado, siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de Berlín, de ellos se habla poco o nada.

Poco se habla del muro que los Estados Unidos están alzando en la frontera mexicana, y poco se habla de las alambradas de Ceuta y Melilla.

Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será quince veces más largo que el Muro de Berlín.

Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace veinte años perpetúa la ocupación marroquí del Sahara occidental. Este muro, minado de punta a punta y de punta a punta vigilado por miles de soldados, mide sesenta veces más que el Muro de Berlín.

¿Por qué será que hay muros tan altisonantes y muros tan mudos?

¿Será por los muros de la incomunicación, que los grandes medios de comunicación construyen cada día?

**********

En julio del 2004, la Corte Internacional de Justicia de La Haya sentenció que el Muro de Cisjordania violaba el derecho internacional y mandó que se demoliera. Hasta ahora, Israel no se ha enterado.

En octubre de 1975, la misma Corte había dictaminado: «No se establece la existencia de vínculo alguno de soberanía entre el Sahara Occidental y Marruecos». Nos quedamos cortos si decimos que Marruecos fue sordo.

Fue peor: al día siguiente de esta resolución, desató la invasión, la llamada Marcha Verde, y poco después se apoderó a sangre y fuego de esas vastas tierras ajenas y expulsó a la mayoría de la población.

Y ahí sigue.

**********
Mil y una resoluciones de las Naciones Unidas han confirmado el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

¿De qué han servido esas resoluciones? Se iba a hacer un plebiscito, para que la población decidiera su destino. Para asegurarse la victoria, el monarca de Marruecos llenó de marroquíes el territorio invadido. Pero al poco tiempo, ni siquiera los marroquíes fueron dignos de su confianza. Y el rey, que había dicho sí, dijo que quién sabe. Y después dijo no, y ahora su hijo, heredero del trono, también dice no. La negativa equivale a una confesión. Negando el derecho de voto, Marruecos confiesa que ha robado un país.

¿Lo seguiremos aceptando, como si tal cosa? ¿Aceptando que en la democracia universal los súbditos sólo podemos ejercer el derecho de obediencia?

¿De qué han servido las mil y una resoluciones de las Naciones Unidas contra la ocupación israelí de los territorios palestinos? ¿Y las mil y una resoluciones contra el bloqueo de Cuba?

El viejo proverbio enseña:

La hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud .

**********
El patriotismo es, hoy por hoy, un privilegio de las naciones dominantes. Cuando lo practican las naciones dominadas, el patriotismo se hace sospechoso de populismo o terrorismo, o simplemente no merece la menor atención.

Los patriotas saharauis, que desde hace treinta años luchan por recuperar su lugar en el mundo, han logrado el reconocimiento diplomático de ochenta y dos países. Entre ellos, mi país, el Uruguay, que recientemente se ha sumado a la gran mayoría de los países latinoamericanos y africanos.

Pero Europa, no. Ningún país europeo ha reconocido a la República Saharaui. España, tampoco. Este es un grave caso de irresponsabilidad, o quizá de amnesia, o al menos de desamor. Hasta hace treinta años el Sahara era colonia de España, y España tenía el deber legal y moral de amparar su independencia.

¿Qué dejó allí el dominio imperial? Al cabo de un siglo, ¿a cuántos universitarios formó? En total, tres: un médico, un abogado y un perito mercantil. Eso dejó. Y dejó una traición. España sirvió en bandeja esa tierra y esas gentes para que fueran devoradas por el reino de Marruecos. Desde entonces, el Sahara es la última colonia del Africa. Le han usurpado la independencia.

**********
¿Por qué será que los ojos se niegan a ver lo que rompe los ojos?

¿Será porque los saharauis han sido una moneda de cambio, ofrecida por empresas y países que compran a Marruecos lo que Marruecos vende aunque no sea suyo?

Hace un par de años, Javier Corcuera entrevistó, en un hospital de Bagdad, a una víctima de los bombardeos contra Irak. Una bomba le había destrozado un brazo. Y ella, que tenía ocho años de edad y había sufrido once operaciones, dijo:

Ojalá no tuviéramos petróleo.

Quizás el pueblo del Sahara es culpable porque en sus largas costas reside el mayor tesoro pesquero del océano Atlántico y porque bajo las inmensidades de arena, que tan vacías parecen, yace la mayor reserva mundial de fosfatos y quizá también hay petróleo, gas y uranio.

En el Corán podría estar, aunque no esté, esta profecía:

Las riquezas naturales serán la maldición de las gentes.

**********
Los campamentos de refugiados, al sur de Argelia, están en el más desierto de los desiertos. Es una vastísima nada, rodeada de nada, donde sólo crecen las piedras. Y sin embargo, en esas arideces, y en las zonas liberadas, que no son mucho mejores, los saharauis han sido capaces de crear la sociedad más abierta, y la menos machista, de todo el mundo musulmán.

Este milagro de los saharauis, que son muy pobres y muy pocos, no sólo se explica por su porfiada voluntad de ser libres, que eso sí que sobra en esos lugares donde todo falta: también se explica, en gran medida, por la solidaridad internacional.

Y la mayor parte de la ayuda proviene de los pueblos de España. Su energía solidaria, memoria y fuente de dignidad, es mucho más poderosa que los vaivenes de los gobiernos y los mezquinos cálculos de las empresas.

Digo solidaridad, no caridad. La caridad humilla. No se equivoca el proverbio africano que dice:

La mano que recibe está siempre debajo de la mano que da.

**********
Los saharauis esperan. Están condenados a pena de angustia perpetua y de perpetua nostalgia. Los campamentos de refugiados llevan los nombres de sus ciudades secuestradas, sus perdidos lugares de encuentro, sus querencias: El Aaiún, Smara...

Ellos se llaman hijos de las nubes, porque desde siempre persiguen la lluvia.

Desde hace más de treinta años persiguen, también, la justicia, que en el mundo de nuestro tiempo parece más esquiva que el agua en el desierto.


Eduardo Galeano
Periodista y escritor uruguayo, autor de Las Venas Abiertas de América Latina, La canción de nosotros, Días y noches de amor y de guerra, Las palabras andantes, El libro de los abrazos, entre otros.
Altercom
Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicación para la Libertad.

LA ESCUELA DEL MIEDO

La enseñanza del miedo
Por: Eduardo Galeano
Fecha de publicación: 26/05/06


En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las ciudades se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado, la sociedad siente alivian ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada malvivivente surte efectos farmacéuticos sobre los bienvivientes. La palabra farmacia viene de pharmakos, que era el nombre que daban los griegos a las víctimas humanas de los sacrificios ofrendados a los dioses en tiempos de crisis.

LA INDUSTRIA DEL MIEDO

El miedo es la materia prima de las prósperas industrias de la seguridad privada y del control social. Una demanda firme sostiene el negocio. La demanda crece tanto o más que los delitos que la generan, y los expertos aseguran que así seguirá siendo. Florece el mercado de las policías privadas y las cárceles privadas, mientras todos, quien más, quien menos, nos vamos volviendo vigilantes del prójimo y prisioneros del miedo.


CLASES DE CORTE Y CONFECCIÓN: CÓMO ELABORAR ENEMIGOS A MEDIDA

Muchos de los grandes negocios promueven el crimen y del crimen viven. Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte. Los países que más armas venden al mundo son los mismos países que tienen a su cargo la paz mundial. Afortunadamente para ellos, la amenaza de la paz se está debilitando, ya se alejan los negros nubarrones, mientras el mercado de la guerra se recupera y ofrece promisorias perspectivas de carnicerías rentables. Las fábricas de armas trabajan tanto como las fábricas que elaboran enemigos a la medida de sus necesidades.

EL MIEDO GLOBAL

Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo.

Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo.

Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida.

Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.

La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje miedo de decir.

Los civiles tienen miedo a los militares, los militares tienen miedo a la falta de armas, las armas tienen miedo a la falta de guerras.



Es el tiempo del miedo.



Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo.

Miedo a los ladrones, miedo a la policía.

Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar.

Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir...



Eduardo Galeano

PATAS ARRIBA,

Escuela del Mundo al Revés...

AQUI ESTAN LOS JUDIOS

¿Alan Greenspan: chacal financiero y especulador de siete suelas?
Por: José Agapito Ramírez
Fecha de publicación: 19/09/07

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El señor Alan Greenspan como un chacal más de la jauría de especuladores financieros, desempeñó por casi 20 años el papel o guión que le dictara el corazón del lobby judío estadounidense. Que no es otro que el poderoso sector financiero de Wall Street, que tiene directa injerencia y participación en el nombramiento de funcionarios claves del gobierno de EEUU y de los órganos de control de política monetaria e instituciones crediticias (nacional e internacional) con sede en Washington y Nueva York.

Greenspan, economista estadounidense de origen judío, conmilitón financiero engendrado y moldeado en la non plus ultra Universidad de New York, estuvo por casi dos décadas (1987-2006) dirigiendo en orgásmico éxtasis lo más lúbrico de las finanzas terrenales: la Reserva Federal de los EEUU.

¿Cómo llego el señor Greenspan a tan alta posición?

Los grupos financieros del lobby judío, por medio de la utilización política de su poder financiero y de su estratégica posición en los centros de decisión, ejercen influencia decisiva en la política interna y externa de EEUU, además de su papel dominante en la financiación de los partidos políticos, de los candidatos presidenciales y de los congresistas. Las principales instituciones financieras del lobby (Goldman Sachs, Morgan Stanley , Lehman Brothers, etc) y los principales bancos (Citigroup, JP Morgan y Merrill Lynch, etc), influyen decisivamente para el nombramiento de los titulares de la Reserva Federal, el Tesoro, y la secretaría de Comercio, además de los directores del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional.

El ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, como su actual presidente, Ben Bernanke, fueron impuestos por el lobby neoyorquino de los grandes bancos, financieras y corporaciones trasnacionales que se aglutinan en el llamado Consenso de Washington; un foro de existencia casi invisible desde el cual se acuerdan normas económicas-financieras y políticas de regulación de mercados que trascienden las fronteras de EEUU.

¿Cuál es el papel del Presidente de la Fed (Reserva Federal)?

Normalmente, el presidente de la Reserva formula las "recomendaciones" sobre medidas financieras y tasas de interés y los 18 miembros del organismo dicen si están de acuerdo, y normalmente lo están, ya que el titular siempre expresa las decisiones y los intereses de los bancos e instituciones financieras que controlan a la Fed.

Una de las fuentes de ingresos con que cuenta la Fed es la especulación financiera, entre otras, con la "negociación de la deuda de países tercermundistas" y las diferentes apuestas en los mercados mundiales de valores, dentro de los que últimamente sobresalen los de la energía y el petróleo, donde Goldman Sachs y el Morgan estuvieron haciendo multimillonarias ganancias.

¿Qué especulaciones hizo Greenspan durante su presidencia en la Fed?

Según The Wall Street Journal: "Durante el reinado de Alan Greenspan, las reuniones de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos solían transcurrir así: Greenspan daba sus recomendaciones sobre las tasas de interés y, a continuación, los 18 miembros del banco central decían si estaban de acuerdo. Normalmente lo estaban".

El más influyente diario financiero del Imperio da "pistas" del control del mercado especulativo con las tasas de interés diciendo que el ex presidente de la Reserva, Alan Greespan, considerado el máximo gurú financiero del lobby, se manejaba con "señales" en clave para indicar las oscilaciones de las tasas de interés, vitales para las utilidades de la especulación financiera en Wall Street y el resto de las bolsas. ¿Santo de toda santidad la de este señor forajido, verdad?

"Durante años, los mercados estaban atentos a cada palabra de Greenspan. Era una muestra del dominio que él tenía sobre la Fed y de su costumbre de incluir ‘pistas veladas’ sobre la dirección de las tasas de interés en discursos cuidadosamente redactados", señala The Wall Street Journal en su edición del viernes 8 de septiembre de 2006.

Durante los años de Greenspan al frente de la Reserva, solamente un conjunto de grandes bancos y financieras del lobby recibían las "pistas" de cuando tenían que invertir y cuando "levantar ganancias" con sus capitales especulativos, haciendo diferencias enormes con las subidas y bajas de las tasas de interés y los movimientos del dólar.

Desde este contexto, hay que formularse por obligación (mas no por omisión) la siguiente pregunta: ¿Quién carajo es el señor Greenspan y con que autoridad moral se prevale para criticar al presidente Chávez de “populista” y de “arrebatar y politizar” la industria petrolera en prejuicio del país?

Señor Greenspan. El señor Hugo Chávez, digno ciudadano venezolano, presidente electo y reelecto 1, 2 y 3 veces por la soberana y democrática voluntad del pueblo (no como los presidentes ilegítimos de su país, caso Bush), con virtudes y una moral a toda prueba, es un recio y humilde venezolano que se enfrentó con hidalguía y resolución a un imperio inmoral y genocida como el suyo, para sacar a Venezuela del descalabro histórico en que la sumieron durante 150 años de colonialismo imperial. Usted, señor Greenspan, al igual que su genocida presidente (ogros sin corazón), son unos ladrones de cuello blanco que no han tenido ni tendrán paz con la miseria humana. Usted y el bodrio mayor de la Casa Blanca (diabólicos personajes con licencia para asesinar a conveniencia, caso torres gemelas del WTC, Atganistan, Haiti, Irak, Guantánamo, etc.) no tienen estatura o autoridad moral ni aquí ni en el espacio sideral, para criticar o condenar a un líder de la talla moral de Hugo Rafael Chávez Frías. ¡No se equivoque señor Greenspan, que la probidad, la honorabilidad y la dignidad –de la que usted carece un mundo— son dones o atributos connaturales en Chávez ganados al fragor de las luchas revolucionarias…!!!

joseagapo@cantv.net


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el enano fascista de uribe no quiere acabar la guerra

Uribe no quiere acabar la guerra
Por: Stella Maria Vargas
Fecha de publicación: 19/09/07


Dura tarea para el Presidente Chavez tratar de lograr un acuerdo humanitario entre el gobierno colombiano y el Ejercito del Pueblo, las FARC, por cuanto el mafioso Uribe se opone a cualquier acuerdo y usara sus marrullas y mezquindades para que no se logre tal acuerdo.

Uribe se beneficia económica y políticamente del conflicto socio político armado que arde en Colombia, por cuanto los vendedores de armas, helicópteros, aviones, barcos, lanchas, equipos bélicos, dotaciones, etc, pagan jugosas comisiones a quienes ordenan las compras y Uribe como Jefe de Estado y Comandante de la Fuerza Publica gubernamental es quien decide que y a quien se compran los instrumentos de la muerte para el pueblo colombiano y por lo cual recibe sus comisiones en dólares en cuentas secretas en el exterior, como se acostumbra en los negocios en el mundo capitalista.

Uribe no va a matar su gallina de los huevos de oro, que es la guerra, por lo cual pondrá toda suerte de obstáculos y exigencias incumplibles para impedir, a toda costa, que prospere cualquier iniciativa por la paz de Colombia.

Ademas también se beneficia políticamente por cuanto sus socios narcoparamilitares en alianza con la fuerza publica gubernamental le garantizan a Uribe éxito total en cualquier elección a que se presente y a sus socios narcoparapolíticos uribistas.
Ya tiene programado todo para que se reforme la constitución y se permita su reelección indefinida, ya tiene el congreso y ahora completó lo necesario en la Corte Cosntitucional con el magistrado de bolsillo que hizo nombrar por el venal congreso uribista.

Uribe dice que a su padre lo mataron las FARC, pero lo dice para lavar la imagen de su padre, que estaba vinculado a negocios de narcotráfico. El padre de Uribe era narcotraficante, tanto que un helicóptero de su propiedad fue capturado, durante una operación antinarcóticos, en un laboratorio de procesamiento de cocaína denominado Tranquilandia, operación que se considera que ha sido el mayor golpe al narcotráfico colombiano.

De los contactos de su padre con narcotraficantes provino la relación de Alvaro Uribe Velez con Pablo Escobar y el cartel de Medellin, relación que detectaron investigaciones del Pentagono de Estados Unidos en coordinación con otras agencias antinarcóticos estadounidenses, colombianas y de otros países, tal como se narra en un informe del año 1991, que publico en el año 2004 la revista norteamericana Newsweek. Pablo Escobar y Alvaro Uribe Velez aparecen en dicho informe junto con otros 102 miembros o colaboradores del cartel de Medellin, entre otros el general Noriega de Panama.

Una de las versiones de la muerte de Alberto Uribe Sierra, padre de Alvaro Uribe Velez, afirma que fue por un desacuerdo con otros narcotraficantes.
Otra versión, desde Medellin, dice que el padre de Uribe además de narcotraficante era “comisionista de bienes raíces” y que se quedó con el dinero de la venta de una finca de otro mafioso por lo cual fue mandado matar. También se dice que en una de las fincas suyas funcionaba una base paramilitar que al ser atacada por la guerrilla, estando el padre de Uribe allí, este resulto muerto y un hermano de Uribe herido, el cual perteneció al grupo paramilitar Los Doce Apóstoles.

Uribe se ampara en que no puede despejar ningún territorio porque supuestamente la guerrilla lo utilizaría para operaciones militares o terroristas como él dice, como si la guerrilla fuera tan inexperta como tonta para operar en una zona que previamente el régimen mafioso narco paramilitar colombiano ha supermilitarizado en su periferia y en la cual la ventaja militar seria para las fuerzas del régimen del mafioso Uribe. Al Ejercito del Pueblo, las FARC, le sobran zonas donde operar con ventaja, como lo manda la lucha revolucionaria guerrillera.

El interés de las FARC-EP es lograr el acuerdo humanitario para liberar a los militares y policías prisioneros de guerra, los civiles rehenes por causa del conflicto y los mercenarios militares estadounidenses y conseguir la liberación de los guerrilleros presos en cárceles colombianas y estadounidenses.

Las FARC EP desean que se produzca el acuerdo humanitario para que sirva como camino exploratorio para intentar la búsqueda de la solución del conflicto socio político armado que consume a Colombia y que cese el derramamiento de sangre.

jueves, 13 de septiembre de 2007

PA' QUE RECUERDEN

Pinochet señalado por el dedo de la ignominia
Por: Gloria Gaitan
Fecha de publicación: 12/12/06



Los gaitanistas rendimos hoy honor perenne a la memoria de Salvador Allende.

El industrial colombiano Carlos Ardila Lülle contó que el día del golpe militar del 11 de septiembre de 1973 estaba reunido con Álvaro Gómez Hurtado y que este último pidió que trajeran una botella de champaña para festejar el asesinato del Presidente Allende.

Pinochet ha muerto sin que se le aplicaran las merecidas condenas jurídicas por su régimen criminal. De igual manera murieron en la impunidad Mariano Ospina Pérez, Laureano Gómez y Álvaro Gómez Hurtado, autores – entre otros - del genocidio al Movimiento Gaitanista.

Álvaro Gómez, bajo el gobierno de su padre, Laureano Gómez, ejerció el mando de las “camisas negras”, autoras de centenares de asesinatos que aplicaban el “corte de corbata” cortándole el cuello a sus víctimas y sacando por la herida la lengua del torturado a guisa de corbata.

Solo hay que repetir lo que dijo Jorge Eliécer Gaitán señalando a Ospina Pérez como responsable del genocidio al gaitanismo: “malaventurados los que tras la bondad de sus palabras esconden el rencor para su pueblo, porque ellos serán señalados por el dedo de la ignominia en las páginas de la historia”. GG

glorigaitan@yahoo.es


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GLORIA GAITAN

domingo 14 de enero de 2007
LA REALIDAD ES DIFERENTE PARA CADA UNO




LOS REVOLUCIONARIOS TODOS SOMOS GULLIVER

Le he cambiado el nombre al blog que inicialmente titulé LÉNIN LE “jala” LAS OREJAS A CHAVEZ, http://laculturaeselcampodebatalla.blogspot.com/ , conectado a otro blog llamado ¡A LA CARGA! http://glorigaitan.blogspot.com/ .

Al primero he decidido cambiarle el nombre y bautizarlo LOS VIAJES DE GULLIVER, porque todo aquel que haga observaciones “inapropiadas”, como las que hizo Jonathan Swift en boca de Leumel Gulliver, lo llamarán loco o hereje, lo marginarán, lo llevarán a un manicomio o lo quemarán en la hoguera de la inquisición.

Estos blogs, dedicados a tratar el tema de LA CULTURA como campo de batalla de la revolución, también se atribuyen el derecho a criticar, no sólo a los reaccionarios, sino también a los revolucionarios.

Creemos en Bolívar cuando dijo que “sólo es amigo del mandatario quien le dice la verdad”. Yo podría cambiar la frase de Bolívar y decir “sólo es confiable para un mandatario quien le dice la verdad” porque es amigo, verdadero amigo del mandatario, generalmente el que lo alaba y seduce con cantos de sirena… Lamentablemente esa es la verdad. Díganmelo a mí que he tenido la suerte de conocer personalmente - y a la mayoría de muy cerca - a prácticamente todos los líderes de la historia latinoamericana contemporánea. Desde Lázaro Cárdenas, el Che Guevara, pasando por Fidel Castro, Camilo Torres, Jorge Eliécer Gaitán, Juan de la Cruz Varela, Salvador Allende, Hugo Chávez, Evo Morales, Duglas Bravo, Jaime Pardo Leal y tantos más.

Con excepción de Allende, los demás se resentían con las críticas. Pasado el tiempo reconocían mi honestidad, pero el asunto siempre me había valido, en uno u otro grado, ostracismo, lágrimas y dolor. No importa. Lo seguiré haciendo porque, como Gulliver cuando lo pusieron a escoger entre la libertad o seguir encerrado en un manicomio si ratificaba la exactitud de sus viajes, prefirió seguir enclaustrado para poder seguir diciendo su verdad.

Estos blogs buscan poner los reflectores sobre el tema de la cultura y por ello insistiremos en hablar de Gaitán, de Fanon y de Gramsci. Creemos como Gramsci, como Gaitán y como Fanon, que la CULTURA de una sociedad es la que realmente la gobierna (más que los gobernantes, sus leyes y sus instituciones) y que esta CULTURA es el fruto de una acumulación histórica de vivencias, aprendizajes, creencias transmitidas y demás variables que construyen en el subconsciente la visión de realidad que tiene cada pueblo, siendo claves tres elementos sociales en la estructuración de esa cultura: la Educación, las Iglesias y los Medios de Comunicación.

Por ello creemos indispensable que los revolucionarios trabajemos el ciberespacio para crear redes diferentes a Yahoo, nombre tomado justamente de Los Viajes de Gulliver, que representan a los seres más bajos y repugnantes de la sociedad, sucios y degradados. Tenemos que montar una red de Houyhnhm, los buenos del país de Gulliver, que ha de formar al Hombre Nuevo de que nos hablaba con razón el Che Guevara.

Abramos los ojos sobre el futuro de las redes del ciberespacio. Para ello los invito a mirar el documental http://www.unabvirtual.edu.co/epic/, enviado por Julio Fandiño .Vale la pena que le pidan a Julio que los ponga en sus listas porque siempre manda información muy interesante.

Cordialmente, Gloria Gaitán

todo se transforma nada permanece

En su poema "El Golem", Jorge Luis Borges recuerda la postura de Platón en su diálogo Cratilo:
Si (como el griego afirma en el Cratilo)El nombre es arquetipo de la cosa,En las letras de rosa está la rosaY todo el Nilo en la palabra Nilo.
respecto de si los nombres son motivados o convencionales. Si tomamos la tesis platónica y la llevamos al extremo, los habitantes de cierto pueblo ecuatoriano tendrán muchas explicaciones que dar.
Chone, localidad de 20 000 almas en el interior de Ecuador -llamada por los lugareños, ya veremos cuán acertadamente, "la capital de los nombres raros"-, alberga habitantes con nombres de pila tan inesperados como Frank Sinatra, Alí Babá, Burger King, Lincoln, Stalin, Puro Aguardiente, Vick Vaporup o Land Rover.
Desde personajes históricos hasta marcas comerciales de los rubros más diversos, pasando por resultados de partidos de fútbol y bebidas predilectas, los padres de estos individuos han ejercitado su capacidad imaginativa a la hora de rellenar los documentos de identidad de sus recién nacidos. Los hijos lo agradecen, si recibieron un buen nombre en gracia o si les gusta dar la nota. O reniegan de la herencia, si fue Stalin lo que les tocó en suerte o si padecen de por vida la obligación de hacer propaganda gratuita de un producto como el Alka Seltzer. En el pueblo, se oyen nombres etéreos y espirituales, como Semiencanto, Querido Ecuador y Arcángel Gabriel Salvador. Y, también, decididamente carnales, como Venus Lollobrigida o Everguito Coito. Ningún lugar fue tan lejos en esto de poner nombres extravagantes como esta región del Ecuador. Pero tampoco es el único lugar del mundo que explora apelativos inauditos. En Argentina, se están poniendo de moda muchas denominaciones sacadas del cine y del deporte, como Xuxa, Nemo, Jordan, Viggo, Aladdino y Jet. El Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires aceptó en el último tiempo nombres como Abbot, Dakota, Gallagher, Ídola, Jackson, Napoleón, Radcliffe y Poppy (¿que no era un nombre para perros?).Venezuela, por su parte, trata de prohibir -mediante un proyecto de ley en curso- nombres que resulten ridículos, agravantes o que sean extraños al idioma español, como Hitler, Makgiber, Yuvifred, Genghis Khan o Backstreet Boys. Todo para "preservar el equilibrio y desarrollo integral del niño, niña o adolescente".Recientemente, salió la noticia de que una pareja neozelandesa llamará a su hijo Superman como protesta porque no les permitieron que quedara registrado como 4Real (DVerdad, podría traducirse). "El nombre tiene que ser una secuencia de letras", argumentó el funcionario de turno. Habían decidido llamarlo así tras verlo por primera vez en una ecografía porque, dijeron, entonces se dieron cuenta de que su bebé era "de verdad".Y esto por sólo hablar de primeros nombres. Porque, si ampliamos a la combinación de nombres con apellidos, ya la cuestión parece un designio divino. En España, aseguran que existe una Juana Madruga Mogollón y en Uruguay -entre cientos de Maracanazos, en homenaje a la victoria que Uruguay le arrebató a la selección brasileña en suelo carioca, en el Mundial de 1950- existe la leyenda de una mujer que se llama, entre el apellido de soltera y apellido de casada, Pascualina Masa de Tarta.
Y podríamos seguir con las asociaciones significativas que a veces se dan entre los nombres y las profesiones. Aquí conocemos un veterinario con el respetable apelativo de Dr. Pelagati, y una autora de libros de autoayuda, que responde al nombre y al apellido de Tara Depre.Seguro que alguno conoce más nombres insólitos para compartir. O apellidos que se ajusten como un guante a la profesión. O combinaciones de nombre y apellido que ni de casualidad darían tan a medida. Colaboremos con el registro mundial de nombres curiosos aquí.

frases del dia

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

Más frases sobre: Envidia
En la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad.

Más frases sobre: Música
La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.

Más frases sobre: Belleza
El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos.

Más frases sobre: Destino
Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.

Más frases sobre: Vejez
La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.

Más frases sobre: Riqueza
Las religiones, como las luciérnagas, necesitan de oscuridad para brillar.

Más frases sobre: Religión
El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.

Más frases sobre: Sociedad
El que no ama ya esta muerto.

Más frases sobre: Amor
Los amigos se suelen considerar sinceros; los enemigos realmente lo son: por esta razón es un excelente consejo aprovechar todas sus censuras para conocernos un poco mejor a nosotros mismos, es algo similar a cuando se utiliza una amarga medicina.
Riqueza
El que no considera lo que tiene como la riqueza más grande, es desdichado, aunque sea dueño del mundo.

Epicuro de Samos (341 AC-270 AC) Filósofo griego.
El más rico es aquel cuyos placeres son los más baratos.

Henry David Thoreau (1817-1862) Escritor, poeta y pensador.
El camino hacia la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro.

Bernard Henry Levy Filósofo y novelista francés.
La posesión de la riqueza tiene lazos invisibles en donde el corazón se enreda facilmente.

Jacques Benigne Bossuet (1627-1704) Clérigo católico francés y escritor.
La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.
Un hombre es rico en proporción a las cosas que puede desechar.

Henry David Thoreau (1817-1862) Escritor, poeta y pensador.
Eso de que el dinero no da la felicidad son voces que hacen correr los ricos para que no los envidien demasiado los pobres.

Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español.
La riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la posesión.

Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.
Siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos.

Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) Escritor español.
La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, nininguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.
Belleza
La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla.

Hermann Hesse (1877-1962) Escritor suizo, de origen alemán.
La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora.

José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.
Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.

Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.
Aunque le arranques los pétalos, no quitarás su belleza a la flor.

Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.
Es cierto que el amor conserva la belleza y que la cara de las mujeres se nutre de caricias, lo mismo que las abejas se nutren de miel.

Anatole France (1844-1924) Escritor francés.
La belleza es poder; una sonrisa es su espada.

Charles Reade Escritor inglés
La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.

Charles Baudelaire (1821-1867) Escritor, poeta y crítico francés.
Por muy poderosa que se vea el arma de la belleza, desgraciada la mujer que sólo a este recurso debe el triunfo alcanzado sobre un hombre.

Severo Catalina (1832-1871) Periodista y escritor español.
Si quitáis de los corazones el amor a lo bello, quitaréis todo el encanto de vivir.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778) Filósofo francés.
La belleza es una carta de recomendación que nos gana de antemano los corazones.
Destino
El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.

William Shakespeare (1564-1616) Escritor británico.
A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será.

Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.
La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que el mismo destino.

Karl Wilhelm Von Humboldt (1767-1835) Político prusiano.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.

Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.
A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.

Jean de la Fontaine (1621-1695) Escritor y poeta francés.
No creo que haya que lamentarse sobre el propio destino, pero a veces es muy duro.

Svetlana Stalin (1926-?) Escritora soviética
El destino mezcla las cartas, y nosotros las jugamos.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.
Ni aún permaneciendo sentado junto al fuego de su hogar puede el hombre escapar a la sentencia de su destino.

Esquilo de Eleusis (525 AC-456 AC) Poeta trágico.
Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un caracter. Siembra un carácter y cosecharás un destino.

Charles Reade Escritor inglés
No olvides tu historia ni tu destino.

Bob Marley
Amo como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?

Fernando Pessoa (1888-1935) Poeta portugués.
Uno está enamorado cuando se da cuenta de que otra persona es única.

Jorge Luis Borges (1899-1986) Escritor argentino.
El amor es: el dolor de vivir lejos del ser amado.

Anónimo
No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente.

Anónimo
Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.

Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.
La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco.

Platón (427 AC-347 AC) Filósofo griego.
Te amo para amarte y no para ser amado, puesto que nada me place tanto como verte a ti feliz.

George Sand (1804-1876) Escritora francesa.
En un beso, sabrás todo lo que he callado.

Pablo Neruda (1904-1973) Poeta chileno.
Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.
En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.

que es la propiedad?

Proudhon
¿Qué es La Propiedad?CAPITULO I: METODO SEGUIDO EN ESTA OBRA ESBOZO DE UNA REVOLUCION

Si tuviese que contestar la siguiente pregunta: ¿Qué es la esclavitud? y respondiera en pocas palabras: Es el asesinato, mi pensamiento se aceptaría desde luego. No necesitaría de grandes razonamientos para demostrar que el derecho de quitar al hombre el pensamiento, la voluntad, la personalidad, es un derecho de vida y muerte, y que hacer esclavo a un hombre es asesinarle. ¿Por qué razón, pues, no puedo contestar a la pregunta qué es la propiedad, diciendo concretamente la propiedad es un robo, sin tener la certeza de no ser comprendido, a pesar de que esta segunda afirmación no es más que una simple transformación primera? Me decido discutir el principio mismo de nuestro gobierno y de nuestras instituciones, la propiedad; estoy en mi derecho. Puedo equivocarme en la conclusión que de mis investigaciones resulte; estoy en mi derecho. Me place colocar el último pensamiento de mi libro en su primera página; estoy también en mi derecho. Un autor enseña que la propiedad es un derecho civil, originado por la ocupación y sancionado por la ley; otro sostiene que es un derecho natural, que tiene por fuente el trabajo; y estas doctrinas tan antitéticas son aceptadas y aplaudidas con entusiasmo. Yo creo que ni el trabajo, ni la ocupación, ni la ley, pueden engendrar la propiedad, pues ésta es un efecto sin causa. ¿Se me puede censurar por ello? ¿Cuántos comentarios producirán estas afirmaciones? ¡La propiedad es el robo! ¡He ahí el toque de rebato del 93! ¡La turbulenta agitación de las revoluciones! Tranquilízate, lector; no soy, ni mucho menos, un elemento de discordia, un instigador de sediciones. Me limito a anticiparme en algunos días a la historia; expongo una verdad cuyo esclarecimiento no es posible evitar. Escribo, en una palabra, el preámbulo de nuestra constitución futura. Esta definición que te parece peligrosísima, la propiedad es el robo, bastaría para conjurar el rayo de las pasiones populares si nuestras preocupaciones nos permitiesen comprenderla. Pero ¡cuántos intereses y prejuicios no se oponen a ello!... La filosofía no cambíará jamás el curso de los acontecimientos: el destino se cumplirá con independencia de la profecía. Por otra parte, ¿no hemos de procurar que la justicia se realice y que nuestra educación se perfeccione? ¡La propiedad es el robo!... ¡Qué inversión de ideas! Propietario y ladrón fueron en todo tiempo expresiones contradictorias, de igual modo que sus personas son entre sí antipáticas; todas las lenguas han consagrado esta antinomia. Ahora bien: ¿con qué autoridad podréis impugnar el asentimiento universal y dar un mentís a todo el género humano? ¿Quién sos para quitar la razón a los pueblos y a la tradición? ¿Qué puede importarte, lector, mi humilde personalidad? He nacido, como tú, en un siglo en que la razón no se somete sino al hecho y a la demostración; mi misión está consignada en estas palabras de la ley: ¡habla sin odio y sin miedo di lo que sepas! La obra de la humanidad consiste en contruir el templo de la ciencia, y esta ciencia comprende al hombre y a la Naturaleza. Pero la verdad se revela a todos, hoy a Newton y a Pascal, mañana al pastor en el valle, al obrero en el taller. Cada uno aporta su piedra al edificio y, una vez realizado su trabaio, desaparece. La eternidad nos precede, la eternidad nos sigue entre dos infinitos, ¿qué puede importar a nadie la situación de un simple mortal? Olvida, pues, lector, mi nombre y fíjate únicamente en mis razonamientos. Despreciando el consentimiento universal, pretendo rectificar el error universal; apelo a la conciencia del género humano, contra la opinión del género humano. Ten el valor de seguirme, y si tu voluntad es sincera, si tu conciencia es libre, si tu entendimiento sabe unir dos proposiciones para deducir una tercera, mis ideas llegarán infaliblemente a ser tuyas. Al empezar diciéndote mi última palabra, he querido advertirte, no incitarte; porque creo sinceramente que si me prestas tu atención obtendré tu asentimiento. Las cosas que voy a tratar son tan sencillas, tan evidentes, que te sorprenderá no haberlas advertido antes, y exclamarás: «No había reflexionado sobre ello.» Otras obras te ofrecerán el espectáculo del genio apoderándose de los secretos de la Naturaleza y publicando sublimes pronósticos; en cambio, en estas páginas únicamente encontrarás una serie de investigaciones sobre lo justo y sobre el derecho, una especie de comprobación, de contraste de tu propia conciencia. Serás testigo presencial de mis trabajos y no harás otra cosa que apreciar su resultado. Yo no forino escuela; vengo a pedir el fin del privilegio, la abolición de la esclavitud, la igualdad de derechos, el imperio de la ley. Justicia, nada más que justicia; tal es la síntesis de mi empresa; dejo a los demás el cuidado de ordenar el mundo. Un día me he dicho: ¿Por qué tanto dolor y tanta miseria en la sociedad? ¿Debe ser el hombre eternamente desgraciado? Y sin fijarme en las explicaciones opuestas de esos arbitristas de reformas, que achacan la penuria general, unos a la cobardía e impericia del poder público, otros a las revoluciones y motines, aquéllos a la ignorancia y consunción generales; cansado de las interminables discusiones de la tribuna y de la prensa, he querido profundizar yo mismo la cuestión. He consultado a los maestros de la ciencia, he leído cien volúmenes de Filosofía, de Derecho, de Economía política e Historia... ¡y quiso Dios que viniera en un siglo en que se ha escrito tanto libro inútil! He realizado supremos esfuerzos para obtener informaciones exactas, comparando doctrinas, oponiendo a las objeciones las respuestas, haciendo sin cesar ecuaciones y reducciones de argumentos, aquilatando millares de silogismos en la balanza de la lógica más pura. En este penoso camino he comprobado varios hechos interesantes. Pero, es preciso decirlo, pude comprobar, desde luego, que nunca hemos comprendido el verdadero sentido de estas palabras tan vulgares como sagradas: Justicia, equidad, libertad; que acerca de cada uno de estos conceptos, nuestras ideas son completamente confusas, y que, finalmente, esta ignorancia es la única causa del pauperismo que nos degenera y de todas las calamidades que han afligido a la humanidad. Antes de entrar en materia, es preciso que diga dos palabras acerca del método que voy a seguir. Cuando Pascal abordaba un problema de geometría, creaba un método para su solución. Para resolver un problema de filosofía es, asimismo, necesario un método. ¡Cuántos problemas de filosofía no superan, por la gravedad de sus consecuencias, a los de geometría! ¡Cuántos, por consiguiente, no necesitan con mayor motivo para su resolución un análisis profundo y severo! Es un hecho ya indudable, según los modernos psicólogos, que toda percepción recibida en nuestro espíritu se determina en nosotros con arreglo a ciertas leyes generales de ese mismo espíritu. Amóldase, por decirlo así, a ciertas concepciones o tipos preexistentes en nuestro entendimiento que son a modo de condiciones de forma. De manera -afirman- que si el espíritu carece de ideas innatas, tiene por lo menos formas innatas. Así, por ejemplo, todo fenómeno es concebido por nosotros necesariamente en el tiempo y en el espacio; todos ellos nos hacen suponer una causa por la cual acaecen; todo cuanto existe implica las ideas de sustancia, de modo, de número, de relación, etc. En una palabra, no concebimos pensamiento alguno que no se refiera a los principios generales de la razón, límites de nuestro conocimiento. Estos axiomas del entendimiento, añaden los psicólogos, estos tipos fundamentales a los cuales se adaptan fatalmente nuestros juicios y nuestras ideas, y que nuestras sensaciones no hacen más que poner al descubierto, se conocen en la ciencia con el nombre de categorías. Su existencia primordial en el espíritu está al presente demostrada; sólo falta construir el sistema y hacer una exacta relación de ellas. Aristóteles enumeraba diez; Kant elevó su número a quince; Cousin las ha reducido a tres, a dos, a una, y la incontestable gloria de este sabio será, si no haber descubierto la verdadera teoría de las categorías, haber comprendido al menos mejor que ningún otro la gran importancia de esta cuestión, la más transcendental y quizá la única de toda la metafísica. Ante una conclusión tan grave me atemoricé, llegando a dudar de mi razón. ¡Cómo! -exclamé-, lo que nadie ha visto ni oído, lo que no pudo penetrar la inteligencia de los demás hombres, ¿has logrado tú descubrirlo? ¡Detente, desgraciado, ante el temor de confundir las visiones de tu cerebro enfermo con la realidad de la ciencia! ¿Ignoras que, según opinión de ilustres filósofos, en el orden de la moral práctica el error universal es contradicción? Resolví entonces someter a una segunda comprobación mis juicios, y como tema de mi nuevo trabajo, fijé las siguientes proposiciones: ¿Es posible que en la aplicación de los principios de la moral se haya equivocado unánimemente la humanidad durante tanto tiempo? ¿Cómo y por qué ha padecido ese error? ¿Y cómo podrá subsanarse éste siendo universal? Estas cuestiones, de cuya solución hacía depender -la certeza de mis observaciones, no resistieron mucho tiempo al análisis. En el capítulo V de este libro se verá que, lo mismo en moral que en cualquiera otra materia de conocimiento, los mayores errores son para nosotros grados de la ciencia; que hasta en actos de justicia, equivocarse es un privilegio que ennoblece al hombre, y en cuanto al mérito filosófico que pudiera caberme, que este mérito es infinitamente pequeño. Nada significa dar un nombre a las cosas: lo maravilloso sería conocerlas antes de que existiesen. Al expresar una idea que ha llegado a su término, una idea que vive en todas las inteligencias, y que mañana será proclamada por otro si yo no la hiciese pública hoy, solamente me corresponde la prioridad de la expresión. ¿Acaso se dedican alabanzas a quien vio por primera vez despuntar el día? Todos los hombres, en efecto, creen y sienten que la igualdad de condiciones es idéntica a la igualdad de derechos: que propiedad y robo son términos sinónimos; que toda preeminencia social otorgada, o mejor dicho, usurpada so pretexto de superioridad de talento y de servicio, es iniquidad y latrocinio: todos los hombres, afirmo yo, poseen estas verdades en la intimidad de su alma; se trata simplemente de hacer que las adviertan. Confieso que no creo en las ideas innatas ni en las formas o leyes innatas de nuestro entendimiento, y considero la metafísica de Reid y de Kant aún más alejada de la verdad que la de Aristóteles. Sin embargo, como no pretendo hacer aquí una crítica de la razón (pues exigiría un extenso trabajo que al público no interesaría gran cosa), admitiré en hipótesis que nuestras ideas más generales y más necesarias, como las del tiempo, espacio, sustancia y causa, existen primordialmente en el espíritu, o que, por lo menos, derivan inmediatamente de su constitución. Pero es un hecho psicológico no menos cierto, aunque poco estudiado todavía por los filósofos, que el hábito, como una segunda naturaleza, tiene el poder de sugerir al entendimiento nuevas formas categóricas, fundadas en las apariencias de lo que percibimos, y por eso mismo, desprovistas, en la mayor parte de los casos, de realidad objetiva. A pesar de esto ejercen sobre nuestros juicios una influencia no menos predeterminante que las primeras categorías. De suerte que enjuiciamos, no sólo con arreglo a -las leyes eternas y absolutas de nuestra razón, sino también conforme a las reglas secundarias, generalmente equivocadas, que la observación de las cosas nos sugiere. Esa es la fuente más fecunda de los falsos prejuicios y la causa permanente y casi siempre invencible de multitud de errores. La preocupación que de esos errores resulta es tan arraigada que, frecuentemente, aun en el momento en que combatimos un principio que nuestro espíritu tiene por falso, y nuestra conciencia reclíaza, lo defendemos sin advertirlo, razonamos con arreglo a él; lo obedecemos atacándole. Preso en un círculo, nuestro espíritu se revuelve sobre sí mismo, hasta que una nueva observación, suscitando en nosotros nuevas ideas, nos hace descubrir un principio exterior que libera a nuestra imaginación del fantasma que la había ofuscado. Así, por ejemplo, se sabe hoy que por las leyes de un magnetismo universal, cuya causa es aún desconocida, dos cuerpos, libres de obstáculos, tienden a reunirse por una fuerza de impulsión acelerada que se llama gravedad. Esta fuerza es la que hace caer hacia la tierra los cuerpos faltos de apoyo, la que permite pesarlos en la balanza y la que nos mantiene sobre el suelo que habitamos. La ignorancia de esta causa fue la única razón que impedía a los antiguos creer en los antípodas. « ¿Cómo no comprendéis -decía San Agustín, después de Lactancio- que si hubiese hombres bajo nuestros pies tendrían la cabeza hacia abajo y caerían en el cielo?» El obispo de Hipona, que creía que la tierra era plana porque le parecía verla así, suponía en consecuencia que si del cénit al nadir de distintos lugares se trazasen otras tantas líneas rectas, estas líneas serían parabolas entre sí, y en la misma dirección de estas líneas suponía todo el movimiento de arriba abajo. De ahí deducía forzosamente que las estrellas están pendientes como antorchas movibles de la bóveda celeste; que en el momento en que perdieran su apoyo, caerían sobre la tierra como lluvia de fuego; que la tierra es una tabla inmensa, que constituye la parte inferior del mundo, etc. Si se le hubiera preguntado quién sostiene la tierra, habría respondido que no lo sabía, pero que para Dios nada hay imposible. Tales eran, con relación al espacio y al movimiento, las ideas de San Agustín, ideas que le imponía un prejuicio originado por la apariencia, pero que había llegado a ser para él una regla general y categórica de juicio. En cuanto a la causa verdadera de la caída de los cuerpos, su espíritu la ignoraba totalmente; no podía dar más razón que la de que un cuerpo cae porque cae. Para nosotros, la idea de la caída es más compleja y a las ideas generales de espacio y de movimiento, que aquélla impone, añadimos la de atracción o de dirección hacia un centro, la cual deriva de la idea superior de causa. Pero si la física lleva forzosamente nuestro juicio a tal conclusión, hemos conservado, sin embargo, en el uso, el prejuicio de San Agustín, y cuando decimos que una cosa se ha caído, no entendemos simplemente y en general que se trata de un efecto de la ley de gravedad, sino que especialmente y en particular imaginamos que ese movimiento se ha dirigido hacia la tierra y de arriba abajo. Nuestra razón se ha esclarecido, la imaginación la corrobora, y sin embargo, nuestro lenguaje es incorregible. Descender del cielo no es, en realidad, una expresión más cierta que subir al cielo, y esto no obstante, esa expresión se conservará todo el tiempo que los hombres se sirvan del lenguaje. Todas estas expresiones arriba, abaljo, descender del cielo, caer de las nubes, no ofrecen de aquí en adelante peligro alguno, porque sabemos rectificarlas en la práctica. Pero conviene tener en cuenta cuánto han hecho retrasar los progresos de la ciencia. Poco importa, en efecto, en la estadística, en la mecánica, en la hidrodinámica, en la balística, que la verdadera causa de la caída de los cuerpos sea o no conocida, y que sean exactas las ideas sobre la dirección general del espacio; pero ocurre lo contrario cuando se trata de explicar el sistema del mundo, la causa de las mareas, la figura de la tierra y su posición en el espacio. En todas estas cuestiones se precisa salir de la esfera de las apariencias. Desde la más remota antigliedad han existido ingenieros y mecánicos, arquitectos excelentes y hábiles; sus errores acerca de la redondez del planeta y de la gravedad de los cuerpos no impedían el progreso de su arte respectivo; la solidez de los edificios y la precisión de los disparos no eran menores por esa causa. Pero más o menos pronto habían de presentarse fenómenos que el supuesto paralelismo de todas las perpendiculares levantadas sobre la superficie de la tierra no podía explicar; entonces debía comenzar una lucha entre los prejuicios que por espacio de los siglos bastaban a la práctica diaria y las novísimas opiniones que el testimonio de los sentidos parecía contradecir. Hay que observar cómo los juicios más falsos, cuando tienen por fundamento hechos aislados o simples apariencias, contienen siempre un conjunto de realidades que permite razonar un determinado número de inducciones, sobrepasado el cual se llega al absurdo. En las ideas de San Agustín, por ejemplo, era cierto que los cuerpos caen hacia la tierra, que su caída se verifica en línea recta, que el sol o la tierra se pone, que el cielo o la tierra se mueve, etc. Estos hechos generales siempre han sido verdaderos; nuestra ciencia no ha inventado nada. Pero, por otra parte, la necesidad de encontrar las causas de las cosas nos obliga a descubrir principios cada vez más generales. Por esto ha habido que abandonar sucesivamente, primero la opinión de que la tierra es plana, después la teoría que la supone inmóvil en el sentir del universo, etc. Si de, la naturaleza física pasamos al mundo moral, nos encontramos sujetos en él a las mismas decepciones de la apariencia, a las mismas influencias de la espontaneidad y de la costumbre. Pero lo que distingue esta segunda parte del sistema de nuestros conocimientos es, de un lado, el bien o el mal que de nuestras propias opiniones nos resulta, y, de otro, la obstinación con que defendemos el prejuicio que nos atormenta y nos mata. Cualquiera que sea el sistema que aceptemos sobre la gravedad de los cuerpos y la figura de la tierra, la física del globo no se altera; y en cuanto a nosotros, la economía social no puede recibir con ello daño ni perjuicio. En cambio, las leyes de nuestra naturaleza moral se cumplen en nosotros y por nosotros mismos; y, por lo tanto, estas leyes no pueden realizarse sin nuestra reflexiva colaboración, y de consiguiente, sin que las conozcamos. De aquí se dedu ce que, si nuestra ciencia de leyes morales es falsa, es evidente que al desear nuestro bien, realizamos nuestro mal. Si es completa, podrá bastar por algún tiempo nuestro progreso social, pero a la larga nos hará emprender derroteros equivocados, y, finalmente, nos precipitará en un abismo de desdichas. En ese momento se hacen indispensables nuevos conocimientos, los cuales, preciso es decirlo para gloria nuestra, no han faltado jamás, pero también comienza una lucha encarnizada entre los vicios prejuicios y las nuevas ideas. ¡Días de conflagración y de angustia! Se recuerdan los tiempos en que con las mismas creencias e instituciones que se impugnan, todo el mundo parecía dichoso; ¿cómo recusar las unas, cómo proscribir las otras? No se quiere comprender que ese período feliz sirvió precisamente para desenvolver el principio del mal que la sociedad encubría, se acusa a los hombres y a los dioses, a los poderosos de la tierra y a las fuerzas de la Naturaleza. En vez de buscar la causa del mal en su inteligencia y su corazón, el hombre la imputa a sus maestros, a sus rivales, a sus vecinos, a él mismo. Las naciones se arman, se combaten, se exterminan hasta que, mediante una despoblación intensa, el equilibrio se restablece y la paz renace entre las cenizas de las víctimas. ¡Tanto repugna a la humanidad alterar las costumbres de los antepasados, cambiar las leyes establecidas por los fundadores de las ciudades y confirmadas por el transcurso de los siglos! «Desconfiad de toda innovación», escribía Tito Livio. Sin duda sería preferible para el hombre no tener necesidad nunca de alteraciones; pero si ha nacido ignorante, si su condición exige una instrucción progresiva, ¿habrá de renegar de su inteligencia, abdicar de su razón y abandonarse a la suerte? La salud completa es mejor que la convalecencia. ¿Pero es éste un motivo para que el enfermo no intente su curación? «¡Reforma, reforma!», exclamaron en otro tiempo Juan Bautista y Jesucristo. «¡Reforma, reforma!», pidieron nuestros padres hace cincuenta años (Proudhon alude a la Revolución francesa.(N. del T.)), y nosotros seguiremos pidiendo por mucho tiempo todavía ¡reforma, reforma! He sido testigo de los dolores de mi siglo, y he pensado que entre todos los principios en que la sociedad se asienta, hay uno que no comprende, que su ignorancia ha viciado y es causa de todo el mal. Este principio es el más antiguo de todos, porque las revoluciones sólo tienen eficacia para derogar los principios más modernos, mientras confirman los más antiguos. Por lo tanto, el mal que nos daña es anterior a todas las revoluciones. Este principio, tal como nuestra ignorancia lo ha establecido, es reverenciado y codiciado por todos, pues de no ser así, nadie abusaría de él y carecería de influencia. Pero este principio, verdadero en su objeto, falso en cuanto a nuestra manera de comprenderlo, este principio tan antiguo como la humanidad, ¿cuál es? ¿Será la religión? Todos los ¡hombres creen en Dios; este dogma corresponde a la vez a la conciencia y a la razón. Dios es para la humanidad un hecho tan primitivo, una idea tan fatal, un principio tan necesario como para nuestro entendimiento lo son las ideas categóricas de causa, de sustancia, de tiempo y de espacio. A Dios nos lo muestra nuestra propia conciencia con anterioridad a toda inducción del entendimiento, de igual modo que el testimonio de los sentidos nos prueba la existencia del sol, anticipándose a todos los razonamientos de la física. La observación y la experiencia nos descubren los fenómenos y sus leyes. El sentido interno sólo nos revela el hecho de su existencia. La humanidad cree que Dios existe, pero ¿qué es lo que cree al decir Dios? En una palabra, ¿qué es Dios? La noción de la divinidad, noción primitiva, unánime, innata en nuestra especie, no está determinada todavía por la razón humana. A cada paso que avanzamos en el conocimiento de la Naturaleza y de sus causas, la idea de Dios se agranda y eleva. Cuanto más progresa la ciencia del hombre, más grande y más alejado le parece Dios. El antropomorfismo y la idolatría fueron consecuencia necesaria de la juventud de las inteligencias, una teología de niños y de poetas. Error inocente, si no se hubiese querido hacer de él una norma obligatoria de conducta, en vez de respetar la libertad de creencias. Pero el hombre, después de haber creado un Dios a su imagen, quiso apropiárselo; no contento con desfigurar al Ser Supremo, lo trató como un patrimonio, su bien, su cosa. Dios, representado bajo formas monstruosas, vino a ser en todas partes propiedad del hombre y del Estado. Este fue el origen de la corrupción de las costumbres por la relición y la fuente de los odios religiosos y las guerras sagradas. Al fin, hemos sabido respetar las creencias de cada uno y buscar la regla de las costumbres fuera de todo culto religioso. Esperamos sabiamente, para determinar la naturaleza y los atributos de Dios, los dogmas de la teología, el destino del alma, etc., que la ciencia nos diga lo que debemos olvidar y lo que debemos creer. Dios, alma, religión, son materias constantes de nuestras infatigables meditaciones y nuestros funestos extravíos, problemas difíciles, cuya solución, siempre intentada, queda siempre incompleta. Sobre todas estas cosas todavía podemos equivocarnos, pero al menos nuestro error no tiene influencia. Con la libertad de cultos y la separación de lo espiritual y lo temporal, la influencia de las ideas religiosas en la evolución socia¡ es puramente negativa, mientras no dependan de la religión las leyes y las instituciones políticas y civiles. El olvido de los deberes religiosos puede favorecer la corrupción general, pero no es la causa eficiente de ella, sino un complemento o su derivado. Sobre todo, en la cuestión de que se trata (y esta observación es decisiva) la causa de desigualdad de condiciones entre los hombres, del pauperismo, del sufrimiento universal, de la confusión de los gobiernos no puede ser atribuida a la religión; es pre ciso remontarse más alto e investigar con mayor profundidad. ¿Qué hay, pues, en el hombre más antiguo y más arraigado que el sentimiento religioso? El hombre mismo, es decir, la voluntad y la conciencia, el libre albedrío y la ley, colocados en antagonismo perpetuo. El hombre vive en guerra consigo mismo. ¿Por qué? «El hombre -dicen los teólogos- ha pecado en su origen; su raza es culpable de una antigua prevaricación. Por esa falta, la humanidad ha degenerado; el error y la ignorancia han llegado a ser sus inevitables frutos. Leyendo la historia, encontraréis en todos los tiempos la prueba de esta necesidad del mal en la permanente miseria de las naciones. El hombre sufre y sufrirá siempre; su enfermedad es hereditaria y constitucional. Usad paliativos, emplead emolientes; no hoy remedio eficaz.» Este razonamiento no sólo es propio de los teólogos; se encuentra en términos semejantes en los escritos de los filósofos materialistas, partidarios de una indefinida perfectibilidad. Destutt de Tracy asegura formalmente que el pauperismo, los crímenes, la guerra, son condición inevitable de nuestro estado social, un mal necesario contra el cual sería una locura rebelarse. De aquí que necesidad del mal y perversidad originaria sean el fondo de una misma filosofía. «¡El primer hombre ha pecado.» Si los creyentes interpretasen fielmente la Biblia, dirían: El hombre en un principio peca, es decir, se equivoca; porque pecar, engañarse, equivocarse, es una misma cosa. «Las consecuencias del pecado de Adán se transmiten a su descendencia.» En efecto, la ignorancia es original en la especie como en el individuo; pero en muchas cuestiones, aun en el orden moral y político, esta ignorancia de la especie ha desaparecido. ¿Quién puede afirmar que no cesará en todas las demás? El género humano progresa de continuo hacia la verdad, y triunfa incesantemente la luz sobre las tinieblas. Nuestro mal no es, pues, absolutamente incurable, y la explicación de los teólogosi se reduce a esta vacuidad: «El hombre se equivoca porque se equivoca.» Es preciso decir, por el contrario: «El hombre se equivoca porque aprende.» Por tanto, si el hombre puede llegar a saber todo lo necesario, hay posibilidad de creer que equivocándose más dejaría de sufrir. Si preguntamos a los doctores de esta ley que, según se dice, está grabada en el corazón del hombre, pronto veríamos que disputan acerca de ella sin saber cuál sea. Sobre los más importantes problemas, hay casi tantas opiniones como autores. No hay dos que estén de acuerdo sobre la mejor forma de gobierno, sobre el principio de autoridad, sobre la naturaleza del derecho; todos navegan al azar en un mar sin fondo ni orillas, abandonados a la inspiración de su sentido particular que modestamente toman por la recta razón; y en vista de este caos de opiniones contradictorias, decimos: El objeto de nuestras investigaciones es la ley, la determinación del principio social; mas los políticos, es decir, los que se ocupan en la cienca social, no llegan a entenderse; luego es en ellos donde está el error; y como todo error tiene una realidad por objeto, en sus propios libros debe encontrarse la verdad, consignada en sus páginas a pesar suyo. Pero ¿de qué se ocupan los jurisconsultos y los publicistas? De justicia, de equidad, ae libertad, de la ley natural, de las leyes civiles, ete. ¿Y qué es la justicia? ¿Cuál es su principio, su carácter, su fórmula? A esta pregunta, nuestros doctores no tienen nada que responder, pues si así no fuese, su ciencia, fundada en principio positivo y cierto, saldría de su eterno probabilismo y acabarían todos los debates. ¿Qué es la justicia? Los teólogos contestan: «Toda justicia viene de Dios.» Esto es cierto, pero nada enseña. Los filósofos deberían estar mejor enterados después de disputar tanto sobre lo justo y lo injusto. Desgraciadamente, la observación prueba que su saber se reduce a la nada; les sucede lo mismo que a los salvajes, que, por toda plegaria, saludan al sol gritando: !oh!, ioh! Esta es una exclamación de admiración, de amor, de entusiasmo; pero quien pretenda saber qué es el sol, obtendrá poca luz de la interjección «ioh!». La justicia, dicen los filósofos, es hija del cielo, luz que ilumina a todo hombre al venir al mundo, la más hermosa prerrogativa de nuestra naturaleza, lo que nos distingue de las bestias y nos hace semejantes a Dios, y otras mil cosas parecidas. ¿Y a qué se reduce, pregunto, esta piadosa letanía? A la plegaria de los salvajes: « ioh! ». Lo más razonable de lo que la sabiduría humana ha dicho respecto de la justicia, se contiene en este famoso principio: Haz a los demás lo que deseas para ti; no hagas a los demás lo que para ti no quieras. Pero esta regla de moral práctica nada vale para la ciencia; ¿cuál es mi derecho a los actos u omisiones ajenos? Decir que mi deber es igual a mi derecho, no es decir nada; hay que explicar al propio tiempo cuál es este derecho. Intentemos averiguar algo más preciso y positivo. La justicia es el fundamento de las sociedades, el eje a cuyo alrededor gira el mundo político, el principio y la regla de todas las transacciones. Nada se realiza entre los hombre sino en virtud del derecho, sin la invocación de la justicia. La justicia no es obra de la ley; por el contrario, la ley no es más que una declaración y una aplicación de lo justo en todas las circunstancias en que los hombres pueden hallarse con relación a sus intereses. Por tanto, si la idea que concebimos de lo justo y del derecho está mal determinada, es evidente que todas nuestras aplicaciones legislativas serán desastrosas, nuestras instituciones viciosas, nuestra política equivocada, y, por tanto, que habrá por esa causa desorden y malestar social. Esta hipótesis de la perversión de la idea de justicia en nuestro entendimiento y, por consecuencia, necesaria en nuestros actos, será un hecho evidente si las opiniones de los hombres, relativas al concepto de justicia y a sus aplicaciones, no han sido constantes, si en diversas épocas han sufrido modificaciones; en una palabra, si ha habido progresos en las ideas. Y a este propósito he aquí lo que la historia enseña con irrecusables testimonios. Hace diez y ocho siglos, el mundo, bajo el imperio de los Césares, se consumía en la esclavitud, en la superstición y en la voluptuosidad. El pueblo, embriagado por continuas bacanales, había perdido hasta la noción del derecho y del deber; la guerra y la orgía le diezmaban sin interrupción; la usura y el trabajo de las máquinas, es decir, de los esclavos, arrebatándoles los medios de subsistencia, le impedían reproducirse. La barbarie renacía de esta inmensa corrupción, extendiéndose como lepra devoradora por las provincias despobladas. Los sabios predecían el fin del imperio, pero ignoraban los medios de evitarlo. ¿Qué podían pensar para esto? En aquella sociedad envejecida era necesario suprimir lo que era objeto de la estimación y de la veneración públicas, abolir los derechos consagrados por una justicia diez veces secular. Se decía: «Roma ha vencido por su política y por sus dioses; toda reforma, pues, en el culto y en la opinión pública, sería una locura y un sacrilegio. Romá, clemente para las naciones vencidas, al regalarles las cadenas, les hace gracia de la vida; los esclavos son la fuente más fecunda de sus riquezas; la manumisión de los pueblos sería la negación de sus derechos y la ruina de sus haciendas. Roma, en fin, entregada a los placeres y satisfecha hasta la hartura con los despojos del Universo, usa de la victoria y de la autoridad, su lujo y sus concupiscencias son el precio de sus conquistas: no puede abdicar ni desposeerse de ellas.» Así comprendía Roma en su beneficio el hecho y el derecho. Sus pretensiones estaban justificadas por la costumbre y por el derecho de gentes. La idolatría en la religión, la esclavitud en el Estado, el materialismo en la vida privada, eran el fundamento de sus instituciones. Alterar esas bases equivalía a corunover la sociedad en sus propios cimientos, y según expresión moderna, a abrir el abismo de las revoluciones. Nadie concebía tal idea, y entretanto la humanidad se consumía en la guerra y en la lujuria. Entonces apareció un hombre llamándose Palabra de Dios. Ignórase todavía quién era, de donde venía y quién le había inspirado sus ideas. Predicaba por todas partes que la sociedad estaba expirante; que el mundo iba a transformarse; que los maestros eran falaces, los jurisconsultos ignorantes, los filósofos hipócritas embusteros; que el señor y el esclavo eran iguales; que la usura y cuanto se le asemeja era un robo; que los propietarios y concupiscentes serían atormentados algún día con fuego eterno, mientras los pobres de espíritu y los virtuosos habitarían en un lugar de descanso. Afirmaba, además, otras muchas cosas no menos extraordinarias. Este hombre, Palabra de Dios, fue denunciado y preso como enemigo del orden social por los sacerdotes y los doctores de la ley, quienes tuvieron la habilidad de hacer que el pueblo pidiese su muerte. Pero este asesinato jurídico no acabó con la doctrina que Jesucristo había predicado. A su muerte, sus primeros cfiscípulos se repartieron por todo el mundo, predicando la buena nueva, formando a su vez miIlones de propagandistas, que morían degollados por la espada de la justicia romana, cuando ya estaba cumplida su misión. Esta propaganda obstinada, verdadera lucha entre verdugos y mártires, duró casi trescientos años, al cabo de los cuales se convirtió el mundo. La idolatría fue aniquilada, la esclavitud abolida, la disolución reemplazada por costumbres austeras; el desprecio de la riqueza llegó alguna vez hasta su absoluta renuncia. La sociedad se salvó por la negación de sus principios, por el cambio de la religión y la violación de los derechos más sagrados. La idea de lo justo adquirió en esta revolución una extensión hasta entonces no sospechada siquiera, que después ha sido olvidada. La justicia sólo había existido para los señores (La religión, las leyes, el matrinonio, eran privilegios en Roma de los hombres libres, y, en un principio, solamente de los nobles. Del majorum gentium, dioses de las familias patricias: sus gentium, derecho de gentes, es decir, de las familias o de los nobles. El esclavo y el plebeyo no constituían familia. Sus hijos eran considerados como cría de los animales. Bestias nacían y como bestias habían de vivir.); desde entonces comenzó a existir para los siervos. Pero la nueva religión no dio todos sus frutos. Hubo alguna mejora en las costumbres públicas, alguna templanza en la tiranía; pero en los demás, la semilla del Hijo del hombre cayó en corazones idólatras, y sólo produjo una mitología semipoética e innumerables discordias. En vez de atenerse a las consecuencias prácticas de los principios de moral y de autoridad que Jesucristo había proclamado, se distrajo el ánimo en especulaciones sobre su nacimiento, su origen, su persona y sus actos. Se comentaron sus parábolas, y de la oposición de -las opiniones más extravagantes sobre cuestiones irresolubles, sobre textos incomprensibles, nació la Teología, que se puede definir como la ciencia de lo infinitamente absurdo. La verdad cristiana no traspasa la edad de los apóstoles. El Evangelio, comentado y simbolizado por los griegos y latinos, adicionado con tábulas paganas, llegó a ser, tomado a la letra, un conjunto de contradicciones, y hasta la fecha el reino de la Iglesia infalible ha sido el de las tinieblas. Dícese que las puertas del infierno no prevalecerán; que la Palabra de Dios se oirá nuevamente, y que, por fin, los hombres conocerán la verdad y la justicia; pero en el momento en que esto sucediera acabaría el catolicismo griego y romano, de igual modo que a la luz de la ciencia desaparecen las sombras del error. Los monstruos que los sucesores de los apóstoles estaban encargados de exterminar, repuestos de su derrota, reaparecieron poco a poco, merced al fanatismo imbécil y a la conveniencia de los clérigos y de los teólogos. La historia de la emancipación de los municipios en Francia presenta constantemente la justicia y la libertad infiltrándose en el pueblo, a pesar de los esfuerzos combinados de los reyes, de la nobleza y del clero. En 1789 después de Jesucristo, la nación francesa, dividida en castas, pobre y oprimida, vivía sujeta por la triple red del absolutismo real, de la tiranía de los señores y de los parlamentos y de la intolerancia sacerdotal. Existían el derecho del rey y el derecho del clérigo, el derecho del noble y el derecho del siervo; había privilegios de sangre, de provincia, de municipios, de corporaciones y de oficios. En el fondo de todo esto imperaban la violencia, la inmoralidad, la miseria. Ya hacía algún tiempo que se hablaba de reforma; los que la deseaban sólo en adariencia, no la invocaban, sino en provecho personal, y el pueblo, que debía ganarlo todo, desconfiaba de tales proyectos y callaba. Por largo tiempo, el pobre pueblo, ya por recelo, va por incredulidad, ya por desesperación, dudó de sus déréchos. El hábito de servidumbre parecía haber acabado con el valor de las antiguas municipalidades, tan soberbias en la Edad Media. Un libro apareció al fin, cuya síntesis se contiene en estas dos proposiciones: ¿Qué es el tercer estado? Nada. ¿Qué debe ser? Todo. Alguien añadió por vía de comentario: ¿Qué es el rey? Es el mandatario del pueblo. Esto fue como una revelación súbita; rasgóse un tupido velo, y la venda cayó de todos los ojos. El pueblo se puso a razonar: «Si el rey es nuestro mandatario, debe rendir cuentas. Si debe rendir cuentas, está sujeto a intervención. Si puede ser intervenido, es responsable. Si es responsable, es justificable. Si es justificable, lo es según sus actos. Si debe ser castigado según sus actos, puede ser condenado a muerte.» Cinco años después de la publicación del folleto de Sieyes, el tercer estado lo era todo; el rey, la nobleza, el clero, no eran nada. En 1793, el pueblo, sin detenerse ante la ficción constitucional de la inviolabilidad del monarca llevó al cadalso a Luis XVI, y en 1830 acompañó a Cherburgo a Carlos X. En uno y otro caso pudo equivocarse eil la apreciación del delito, lo cual constituiría un error de hecho; pero en derecho, la lógica que le impulsó fue irreprochable. Es ésta una aplicación del derecho común, una determinación solemne de la justicia penal. El espíritu que animó el movimiento de 1789 fue un espíritu de contradicción. Esto basta para demostrar que el orden de cosas que sustituyó el antiguo no respondió a método alguno ni estuvo meditado. Nacido de la cólera y del odio, no podía ser efecto de una ciencia fundada en la observación y en el estudio, y las nuevas bases no fueron deducidas de un profundo conocimiento de las leyes de la Naturaleza y de la sociedad. Obsérvase también, en las llamadas instituciones nuevas, que la república conservó los mismos principios que había combatido y la influencia de todos los prejuicios que había intentado proscribir. Y aún se habla, con inconsciente entusiasmo, de la gloriosa Revolución francesa, de la regeneración de 1789, de las grandes reformas que se acometieron, de las instituciones... ¡Mentira! ¡Mentira! Cuando, acerca de cualquier hecho físico, intelectual o social, nuestras ideas cambian radicalmente a consecuencia de observaciones propias, llamo a este movimiento del espíritu, revolución; si solamente ha habido extensión o modificaci¿n de nuestras ideas, progreso. Así, el sistema de Ptolomeo fue un progreso en astronomía, el de Copérnico una revolución. De igual modo en 1789 hubo lucha y progreso; pero no ha habido revolución. El examen de las reformas que se ensayaron lo demuestra. El pueblo, víctima por tanto tiempo del egoísmo monárquico, creyó librarse de él para siempre declarándose a sí mismo soberano. Pero ¿q.ué era la monarquía? La soberanía de un hombre. Y ¿qué es la democracia? La soberanía del pueblo, o mejor dicho, de la mayoría nacional. Siempre la soberanía del hombre en lugar de lá soberanía de la ley, la soberanía de la voluntad en vez de la soberanía de la razón; en una palabra, las pasiones en sustitución del derecho. Cuando un pueblo pasa de la monarquía a la democracia, es indudable que hay progreso, porque al multiplicarse el soberano, existen más probabilidades de que la razón prevalezca sobre la voluntad: pero el caso es que no se realiza revolución en el gobierno y que subsiste el mismo principio. Y no es esto todo: el pueblo rey no puede ejercer la soberanía por sí mismo: está obligado a delegarla en los encargados del poder. Esto es lo que le repiten asiduamente aquellos que buscan su beneplácito. Que estos funcionarios sean cinco, diez, ciento, mil, ¿qué importa el número ni el nombre? Siempre será el gobierno del hombre, el imperio de la voluntad y del favor. Se sabe, además, cómo fue ejercida esta soberanía, primero por la Convención, después por el Directorio, más tarde por el Cónsul. El Emperador, el gran hombre tan querido y llorado por el pueblo, no quiso arrebatársela jamás; pero como si hubiera querido burlarse de tal soberanía, se atrevió a pedirle su sufragio, es decir, su abdicación, la abdicación de esa soberanía inalienable, y lo consiguió. Pero ¿qué es la soberanía? Dícese que es el poder de hacer law leyes (La soberanía, según Toullier, es la omnipotencia humana. Definición materialista: si la soberanía es algo, será un derecho, no una fuerza o poder. ¿Y qué es la omnipotencia humana? (N. del T.)). Otro absurdo, renovado por el despotismo. El pueblo, que había visto a los reyes fundar sus disposiciones en la fórmula porque tal es mi voluntad, quiso a su vez conocer el placer de hacer las leyes. En los cincuenta años que median desde la Revolución a la fecha (El autor escribía este libro en 1849 (N. del T.)) ha promulgado millones de ellas, y siempre, no hay que olvidarlo, por obra de sus representantes. Y el juego no está aún cerca de su término. Por lo demás, la definición de la soberanía se deducía de la definición de la ley. La ley, se decía, es la expresión de la voluntad del soberano, luego, en una monarquía, la ley es la expresión de la voluntad del rey; en una república, la ley es la expresión de la voluntad del pueblo. Aparte de la diferencia del número de voluntades, los dos sistemas son perfectamente idénticos; en uno y otro el error es el mismo: afirmar que la ley es expresión de una voluntad, debiendo ser la expresión de un hecho. Sin embargo, al frente de la opinión iban guías expertos: se había tomado al ciudadano de Ginebra, Rousseau, por profeta, y el Contrato social por Corán. La preocupación y el prejuicio se descubren a cada paso en la retórica de los nuevos legisladores. El pueblo había sido víctima de una multitud de exclusiones y de privilegios; sus representantes hicieron en su obsequio la declaración siguiente: Todos los hombres son iguales por la Naturaleza y ante la ley; declaración ambigua y redundante. Los hombres son iguales por la Naturaleza: ¿quiere significarse que tienen todos una misma estatura, iguales facciones, idéntico genio y análogas virtudes? No; solamente se ha pretendido designar la igualdad política y civil. Pues en ese caso bastaba haber dicho: todos los hombres son iguales ante la ley. Pero ¿qué es la igualdad ante la ley? Ni la Constitución de 1790, ni la del 93, ni las posteriores, han sabido definirla. Todas suponen una desigualdad de fortunas y de posición, a cuyo lado no puede haber posibilidad de una igualdad de derechos. En cuanto a este punto, puede afirmarse que todas nuestras Constituciones han sido la expresión fiel de la voluntad popular; y voy a probarlo. En otro tiempo el pueblo estaba excluido de los empleos civiles y militares. Se creyó hacer una gran cosa insertando en la Declaración de los derechos del hombre este artículo altisonante: «Todos los ciudadanos son igualmente admisibles a los cargos públicos: los pueblos libres no reconocen más motivos de preferencia en sus individuos que la virtud y el talento.» Mucho se ha celebrado una frase tan hermosa, pero afirmo que no lo merece. Porque, o yo no la entiendo, o quiere decir que el pueblo soberano, legislador y reformista, sólo ve en los empleos públicos la remuneración consiguiente y las ventajas personales, y que sólo estimándoles como fuentes de ingresos, establece la libre admisión de los ciudadanos. Si así no fuese, si éstos nada fueran ganando, ¿a qué esa sabia precaución? En cambio, nadie se acuerda de establecer que para ser piloto sea preciso saber astronomía y geografía, ni de prohibir a los tartam ' udos que representen óperas. El pueblo siguió imitando en esto a los reyes. Como ellos, quiso distribuir empleos lucrativos entre sus amigos y aduladores. Desgraciadamente, y este último rasgo completa el parecido, el pueblo no disfruta tales beneficios; son éstos para sus mandatarios y representantes, los cuales, además, no temen contrariar la voluntad de su inocente soberano. Este edificante artículo de la Declaración de derechos del hombre, conservado en las Cartas de 1814 y de 1830, supone variedad de desigualdades civiles, o lo que es lo mismo, de desigualdades ante la ley. Supone también desigualdad de jerarquías, puesto que las funciones públicas no son solicitadas sino por la consideración y los emolumentos que confieren: desigualdad de fortunas, puesto que si se hubiera querido nivelarlas, los empleos públicos habrían sido deberes y no derechos; desigualdad en el favor, porque la ley no determina qué se entiende por talentos y virtudes. En tiempos del Imperio, la virtud y el talento consistían únicamente en el valor militar y en la adhesión al Emperador; cuando Napoleón creó su nobleza, parecía que intentaba imitar a la antigua. Hoy día el hombre que satisface 200 francos de impuestos es virtuoso; el hombre hábil es un honrado acaparador de bolsillos ajenos; de hoy en adelante, estas afirmaciones serán verdades sin importancia alguna. El pueblo, finalmente, consagró la propiedad... ¡Dios le perdone, porque no supo lo que hacía! Hace cincuenta años que expía ese desdichado error. Pero ¿cómo ha podido engañarse el pueblo, cuya voz, según se dice, es la de Dios y cuya conciencia no yerra? ¿Cómo buscando la libertad y la igualdad ha caído de nuevo en el privilegio y en la servidumbre? Por su constante afán de imitar el antiguo régimen. Antiguamente la nobleza y el clero sólo contribuían a las cargas del Estado a título de socorros voluntarios y de donaciones espontáneas. Sus bienes eran inalienables aun por deudas. Entretanto, el plebeyo, recargado de tributos y de trabajo, era maltratado de continuo, tanto por los recaudadores del rey como por los de la nobleza y el clero. El siervo, colocado al nivel de las cosas, no podía testar ni ser heredero. Considerado como los animales, sus servicios y su descencencia pertenecían al dueño por derecho de acción. El pueblo quiso qpe la condición de propietario fuese igual para todos; que cada uno pudiera gozar y disponer libremente de sus bienes, de sus rentas, del producto de su trabajo y de su industria. El pueblo no inventó la propiedad; pero como no existía para él del mismo modo que para los nobles y los clérigos, decretó la uniformidad de este derecho. Las odiosas formas de la propiedad, la servidumbre personal, la mano muerta, los vínculos, la exclusión de los empleos, han desaparecido; el modo de disfrutarla ha sido modificado, pero la esencia de la institución subsiste. Hubo progreso en la atribución, en el reconocimiento del derecho, pero no hubo revolución en el derecho mismo. Los tres principios fundamentales de la sociedad moderna, que el movimiento de 1789 y el de 1830 han consagrado reiteradamente, son éstos: la Soberanía de la voluntad del hombre, o sea, concretando la expresión, despotismo. 2.o Desigualdad de fortunas y de posición social. 3.0 Propiedad. Y sobre todos estos principios el de Justicia, en todo y por todos invocada como el genio tutelar de los soberanos, de los nobles y de los propietarios; la Justicia, ley general, primitiva, categórica, de toda sociedad. ¿Es justa la autoridad del hombre sobre el hombre? Todo el mundo contesta: no, la autoridad del hombre no es más que la autoridad de la ley, la cual debe ser expresión de justicia y de verdad. La voluntad privada no influye para nada en la autoridad, debiendo limitarse aquélla, de una parte, a descubrir lo verdadero y lo justo, para acomodar la ley a estos principios, y, de otra, a procurar el cumplimiento de esta ley. No estudio en este momento si nuestra forma de gobierno constitucional reúne esas condiciones; si la voluntad de los ministros interviene. o no en la declaración y en la interpretación de la ley; si nuestros diputados, en sus debates, se preocupan más de convencer por la razón que de vencer por el número. Me basta que el expresado concepto de un buen gobierno sea como lo he definido. Sin embargo, de ser exacta esa idea, vemos que los pueblos orientales estiman justo, por excelencia, el despotismo de sus soberanos; que entre los antiguos, y según la opinión de sus mismos filósofos, la esclavitud era justa; que en la Edad Media los nobles, los curas y los obispos consideraban justo tener siervos; que Luis XIV creía estar en lo cierto cuando afirmaba. El Estado soy yo, que Napoleón reputaba como crimen de Estado la desobediencia a su voluntad. La idea de lo justo, aplicada al soberano y a su autoridad, no ha sido, pues, siempre la misma que hoy tenemos; incesantemente ha ido desenvolviéndose y determinándose más y más hasta llegar al estado en que hoy la concebimos. ¿Pero puede decirse que ha llegado a su última fase? No lo creo; y como el obstáculo final que se opone a su desarrollo procede únicamente de la institución de la propiedad que hemos conservado, es evidente que para realizar la forma del Poder público y consumar la revolución debemos atacar esa misma institución. ¿Es justa la desigualdad política y civil? Unos responden, sí; otros, no. A los primeros contestaría que, cuando el pueblo abolió todos los privilegios de nacimiento y de casta, les pareció bien la reforma, probablemente porque les beneficiaba. ¿Por qué razón, pues, no quieren hoy que los privilegios de la fortuna desaparezcan como los privilegios de la jerarquía y de la sangre? A esto replican que la desigualdad política es inherente a la propiedad, y que sin la propiedad no hay sociedad posible. Por ello la cuestión planteada se resuelve en la de la propiedad. A los segundos me limito a hacer esta observación: Si queréis implantar la igualdad política, abolid la propiedad; si no lo hacéis, ¿por qué os quejáis? ¿Es justa la propiedad? Todo el mundo responde sin vacilación: «Sí, la propiedad es justa.» Digo todo el mundo, porque hasta el presente creo que nadie ha respondido con pleno convencimiento: «No.» También es verdad que dar una respuesta bien fundada no era antes cosa fácil; sólo el tiempo y la experiencia podían traer una solución exacta. En la actualidad esta solución existe: falta que nosotros la comprendamos. Yo voy a intentar demostrarla. He aquí cómo he de proceder a esta demostración: I. No disputo, no refuto a nadie, no replico nada; acepto como buenas todas las razones alegadas en favor de la propiedad y me limito a investigar el principio, a fin de comprobar seguidamente si ese principio está fielmente expresado por la propiedad. Defendiéndose como justa la propiedad, la idea, o por lo menos el propósito de justicia, debe hallarse en el fondo de todos los argumentos alegados en su favor; y como, por otra parte, la propiedad sólo se ejercita sobre cosas materialmente apreciables, la justicia, debe aparecer bajo una fórmula algebraica. Por este método de examen llegaremos bien pronto a reconocer que todos los razonamientos imaginados para defender la propiedad, cualesquiera que sean, concluyen siempre necesariamente en la igualdad, o lo que es lo mismo, en la negación de la propiedad. Esta primera parte comprende dos capítulos: el primero referente a la ocupación, fundamento de nuestro derecho; el otro relativo al trabajo y a la capacidad como causas de propiedad y de desigualdad social. La conclusión de los dos capítulos será, de un lado, que el clerecho de ocupación impide la propiedad, y, de otro, que el derecho del trabajo la destruye. Il. Concebida, pues, la propiedad necesariamente bajo la razón categórica de igualdad, he de investigar por qué, a pesar de la lógica, la igualdad no existe. Esta nueva labor comprende también dos capítulos: en el primero, considerando el hecho de la propiedad en sí mismo, investigaré si ese hecho es real, si existe, si es posible; porque implicaría contradicción que dos formas sociales contrarias, la igualdad y la desigualdad, fuesen posibles una Y otra coniuntamente. Entonces comprobará el fenómeno singular de que la propiedad puede manifestarse como accidente, mientras como institución y principio es imposible matemáticamente. De suerte que el axioma ab actu ad posse valet consecutio, del hecho a la posibilidad, la consecuencia es buena, se encuentra desmentido en lo que a la propiedad se refiere. Finalmente, en el último capítulo, llamando en nuestra ayuda a la psicología y penetrando a fondo en la naturaleza del hombre, expondré el principio de lo justo, su fórmula, su carácter: determinaré la ley orgánica de la sociedad; explicaré el origeir de la propiedad, las causas de su establecimiento, de su larga duración y de su próxima desaparición; estableceré definitivamente su identidad con el robo; y después de haber demostrado que estos tres prejuicios, soberanía del hombre, desigualdad de condiciones, propiedad, no son más que uno solo, que se pueden tomar uno por otro y son recíprocamente convertibles, no habrá necesidad de esfuerzo alguno para deducir, por el principio de contradicción, la base de la autoridad y del derecho. Terminará ahí mi trabajo, que proseguiré en sucesivas publicaciones. La importancia del objeto que nos ocupa embarga todos los ánimos. «La propiedad -dice Ennequin- es el principio creador y conservador de la sociedad civil... La propiedad es una de esas tesis fundamentales a las que no conviene aplicar sin maduro examen las nuevas tendencias. Porque no conviene olvidar nunca, e importa mucho que el publicista y el hombre de Estado estén de ello bien convencidos, que de la solución del problema sobre si la propiedad es el principio o el resultado del orden social, si debe ser considerada como causa o como efecto, depende toda la moralidad, y por esta misma razón, toda la autoridad de las instituciones humanas.» Estas palabras son una provocación a todos los hombres que tengan esperanza y fe en el progreso de la humanidad. Pero aunque la causa de, la igualdad es hermosa, nadie ha recogido todavía el guante lanzado por los abogados de la propiedad, nadie se ha sentido con valor bastante para aceptar el combate. La falsa sabiduría de una jurisprudencia hipócrita y los aforismos absurdos de la economía política, tal cómo la propiedad la ha formulado, han oscurecido las inteligencias más potentes. Es ya una frase convenida entre los titulados amigos de la libertad y de los intereses del pueblo ¡que la igualdad es una quimera! ¡A tanto llega el poder que las más falsas teorías y las más mentidas analogías ejercen sobre ciertos espíritus, excelentes bajo otros conceptos, pero subyugados involuntariamente por el prejuicio general! La igualdad nace todos los días, fit cequalitas. Soldados de la libertad; desertaremos de nuestra bandera en la víspera del triunfo?. Defensor de la igualdad, hablaré sin odio y sin ira, con la independencia del filósofo, con la calma y la convicción del hombre libre. ¿Podré, en esta lucha solemne, llevar a todos los corazones la luz de que está penetrado el mío, y demostrar, por la virtud de mis argumentos, que si la igualdad no ha podido vencer con el concurso de la espada es porque debía triunfar con el de la razón?CAPITULO II DE LA PROPIEDAD CÓNSIDERADA COMO DERECHO NATURALDE LA OCUPACION Y DE LA LEY CIVIL COMO CAUSAS EFICIENTES DEL DERECHO DE PROPIEDAD